Fecha: 14-12-2013.
Itinerario: Oviedo-Pto Somiedo, por la Babia (pasando primero por Caldas de Luna)-La Peral-Valle de Saliencia ( pueblos de Veigas-Saliencia-Éndriga-Arbayales-Villarín).
Comentario:
Tenía ganas de acercarme hasta el valle de Saliencia, ya que hace un mes aprox en mi visita a Somiedo me había quedado entre algunos asuntos pendientes, la visita a este valle ya conocido por mí (había pasado en el 1993 el puente de la Constitución en dicho valle), así que este Sábado 14/12/13 y dado que daban un tiempo totalmente soleado y que las condiciones de las carreteras me lo iban a permitir, tracé sobre el mapa de carreteras una ruta en coche que me iba a llevar por la zona de la Babia hasta el concejo de Somiedo por el puerto del mismo nombre.
Prácticamente donde el mismo puerto visitaría el pueblo de La Peral y de ahí me encaminaría hacia el valle protagonista de la jornada, donde visitaría los diferentes pueblo a lo largo del valle y si me era posible comería en un bar indicado en el libro (recién comprado) de la “Guía Michigrín”, el “Bar Tiblós” en Vieiras.
Así que dicho y hecho, este día me levanté a las 07h45, siendo de noche todavía y tras prepararme, a las 08h15 ya estaba saliendo con el coche por el garaje para pillar la Autopista A-66 dirección a León.
En el trayecto por la autopista y antes de dejar Asturias, así me despedía el macizo de Ubiña cargado de nieve.
A la altura del embalse Barrios de Luna, dejé dicha autopista para antes de dirigirme a la zona de La Babia, visitar un pueblo famoso por su balneario, Caldas de Luna.
Nada más pillar el desvío de la Babia y donde el puente de acceso a la carretera de Caldas, me paré para sacar algunas fotos, entre ellas ésta con el embalse y al fondo la zona hacía la que me iba a dirigir en pocos minutos.
Hacía un frio que pelaba, en torno a los -4º C, así que no me detuve mucho a sacar fotos ya que no puse anorak ni guantes para estar unos minutos en el exterior.
Con la oportuna precaución al volante por la posible aparición de placas de hielo, fui conduciendo por una carretera sombría que en 3 ó 4 me llevaría a Caldas.
Antes de llegar al pueblo ya vi a la derecha el desvío al balneario. Entre con el coche por su recinto, donde había aparcados cinco o seis coches y donde me paré un minuto, esta vez sin posar el pie a tierra, a sacar una foto del exterior del conocido balneario.
Volví por el interior del pueblo a salir a la carretera que me llevaría de nuevo a la altura del puente donde había parado la primera vez para sacar alguna foto.
De nuevo paré para sacar otra foto, esta vez del famoso puente situado por encima del embalse de Barrios, el Puente Ingeniero Carlos Fernández Casado.
Tiene dos torres que dividen el puente en tres vanos, dos laterales de 66 metros y uno central de 440. La longitud total del puente son 643 metros y su ancho es de 22, de canto tiene dos metros y medio. En el centro del vano central, hay una articulación.
Cada torre tiene 2×27 tirantes delanteros y 2×28 traseros (220 en total), las torres tienen algo más de 100 metros (90 sobre el tablero), sus columnas están separadas 20 metros y se abren en la parte inferior. También tiene dos estribos-contrapeso de 34 metros cada uno. Fue construido por el sistema de avance en voladizo).
Tras esta parada, ya me encaminé para entrar en la zona de La Babia en León por la carretera a Villablino, la CL-626. Durante el trayecto se me ocurrió desviarme unos pocos km por San Emiliano para luego pillar otra carreterina que me llevaría de nuevo a la principal de Villablino.
El objetivo de este rodeo era ver el macizo de Ubiña por su parte Oeste, con la buena cantidad de nieve que tenía en esta fecha y que le tenía que dar una imagen espectacular.
Así se me presentaba a la entrada de San Emiliano las montañas nevadas de este pequeño macizo de Ubiña, donde destacaban dos, la Ubiña grande en el centro y a la derecha la Ubiña pequeña.
En San Emiliano, renuncié a parar a tomar café y proseguí con mi marcha.
A la salida del pueblo, tomé a la izda la carretera del pueblo de La Majua y nada más tomar ésta, en un cruce, me desvié a la izquierda para tomar otra carretera que me llevaría de nuevo a la principal de esta comarca.
Sabía que en mi tránsito por esta última carretera las vistas de Las Ubiñas iban a ser realmente espectaculares, tal como así fueron y como se pueden ver en algunas de las fotos que saqué.
Foto tomada nada más salir de San Emiliano en mi nueva carretera.
Las dos Ubiñas ampliadas con zoom. (Ubiña grande a la izda, la pequeña a la derecha).
Y otra con zoom del sector de la Ubiña Grande hasta el pico Prao Fontán.
Cada poco iba avanzando con el coche y haciendo las oportunas e incontables paradas para ver como poco a poco se iban alejando estas montañas.
Y si ya había sacado algunas fotos del conjunto de estas montañas, lógicamente tenía que sacar una foto exclusiva en solitario de la estrella del macizo, La Ubiña Grande.
Seguí alejándome a través de esta carreterina secundaria del macizo. El frío se dejaba notar en cada una de mis paradas. Estaba unos minutos fuera sin el anorak ya que para poco tiempo no me apetecía ponerlo y luego quitarlo para conducir y ese frío si se dejaba sentir sobre todo en las manos.
En estos momentos del día, serían sobre las diez y media de la mañana, miré el termómetro del coche y hacia -5º C, record de la jornada. Una buena muestra de la helada que había era este “pequeño charco de agua congelada” que tendría unos 30-40 metros de longitud y ¡cómo no!, Las Ubiñas a lo lejos.
Una muestra cercana del charco en cuestión con el hielo. (Era poner el pie y patinar al instante, así que ni intenté pisar más allá del tramo cercano a la orilla).
Llegué entonces a la carretera principal de esta comarca leonesa, la CL-626.
Pillé entonces esta carretera y en 10 minutos aprox llegué al cruce del pueblo de Piedrafita de Babia, cruce de caminos y de donde salía la carretera C-633 hacia el Puerto de Somiedo, la cual tomé para poder entrar de nuevo en Asturias.
Pero antes de llegar al puerto de montaña, en mi paso por una localidad que siempre me ha llamado la atención por su nombre, Vega de Viejos, me paré unos segundos a sacar una foto de una casa que siempre me ha llamado la atención en mi paso por esa zona.
Durante toda la jornada iba conduciendo con mucha precaución dada le helada que había. En mi trayecto por estas carreteras no había visto ni sentido placas de hielo en el asfalto, pero nada más dar una curva camino del puerto Somiedo, en una zona sombría esto fue lo que apareció ante mis ojos esperándome en silencio.
Estas tres fotos siguientes muestran el peligro que me esperaba en silencio en la carretera y lo peligroso que puede ser la carretera si en algún momento se baja la guardia al confiarnos en la conducción.
Tras una breve parada, ya con anorak, para sacar las fotos anteriores, llegué sin problemas al Puerto de Somiedo (1.485m).
Foto del pueblo situado en el mismo puerto, llamado “Sta María del Puerto”, lugar donde se celebra una importante feria ganadera el 8 de septiembre.
Desde la carretera otras buenas vistas se me ofrecían, en este caso el pico final de una ruta muy conocida desde este lugar, la ruta al pico que se ve en esta foto, el Pico Penouta (1.976m).
Como anécdota decir que en un intento que hice un verano hasta este pico, tuve que darme la vuelta ante la presencia más que amenazadora de los mastines que estaban guardando el ganado en la pradería situada en la base de este pico. Por más que lo intenté no pude ni realizar un rodeo (ni corto ni largo) en mi aproximación a esta cumbre, así que tuve que finalmente desistir en mi empeño de conocer esta cumbre.
Decir que esto se resolvió algún año después, aunque aquel día sí que me fastidió bastante (por decirlo suavemente) el tener que renunciar a poner mis pies en su cumbrera.
Pues tras esta parada corta, proseguí en mi marcha, ya adentrándome en Asturias por la AS-227 y al poco de empezar a bajar, ya pude ver una de las visitas estrella de la jornada, el pueblo vaqueiro de La Peral, lugar donde está situado “El mirador del príncipe”, llamado así por la visita del Príncipe de Asturias en 1990.
El pueblo un poco más cerca.
Me desvié unos 700 m a la izquierda para llegar a este pueblo, donde aparqué a la entrada.
Había estado en este lugar tres veces, pero no habían sido visitas tan pausadas como ésta de este día, por lo que pude disfrutar mucho más de la visita de este año a este lugar, así como del paisaje nevado de algunas de las montañas que lo rodean.
Empecé a caminar y a la entrada del pueblo ya me apareció la primera cabaña “modernizada” de teito, tan típicas de Somiedo.
Para saber un poco más…
El teito es un tipo de construcción típica de Somiedo (Asturias). De planta rectangular o cuadrada, tiene las paredes de mampostería y la techumbre compuesta por un entramado de madera que sustenta una cubierta vegetal. Esta cubierta, generalmente de planta de escoba, es el elemento más singular de la edificación y del que toma el nombre de “teito”.
Muchas de ellas se han conservado hasta nuestros días en perfectas condiciones, bien para guardar ganado, utensilios de labranza o como museos. Algunas incluso han estado habitadas hasta hace pocas décadas.
Las cabañas más primitivas contaban con un único espacio común para animales y hombres. Con el tiempo las dotaron de dos accesos diferenciados. Y las más evolucionadas, de tres plantas y grandes dimensiones, albergaban a la familia en la planta central y al ganado en el piso inmediatamente inferior para mayor aprovechamiento térmico.
Fui ganando metros suavemente y rápidamente ya me vinieron a saludar los primeros habitantes del pueblo, guiadas por una joven, cosa que me extraño ya que normalmente hubiera sido una persona de mediana edad como mínimo la que guiara el ganado.
Ante el paso de dichos habitantes me aparté un poco hacia un lado ya que las dos primeras parecían mirarme con mala “leche” y no quería que se molestaran por mi presencia en medio de la carretera.
Decidí dar una tranquila vuelta por el pueblo, observando las diferentes construcciones como esta otra cabaña de teito bajo la mirada atenta de las montañas nevadas al sur.
Como se puede observar en la foto, el pueblo está situado en un marco que lo hace ser especial.
Seguí caminando, fotografiando algunas viviendas del pueblo.
Aunque no toda era vivienda de reciente construcción o rehabilitada. Las había algo más antiguas como se puede ver en esta foto.
Salí por una callejuela del pueblo a la altura del lavadero.
Al lado del lavadero había otra gran cabaña de teito con una especie de “garaje” donde había guardado una especie de tractor pequeño.
Seguí subiendo en busca del sendero del “Mirador del Principe”. Echando la vista atrás se dejaba atrás la zona de la ermita, del lavadero y de la cabaña de teito anterior.
Llegue a la altura de una casa grande, la cual tenía en su exterior abundante maquinaria agrícola. De ella salía el sendero que en unos cinco minutos me iba a llevar al mirador anteriormente mencionado.
Vista de dicha casa, situada en la parte alta del pueblo.
Donde el mirador tiraba muchísimo viento, así que no pude apenas pararme a disfrutar de las vistas.
Saqué varias fotos, entre ellas las del pueblo protegido por esas montañas cargadas de nieve.
A lo lejos destacaba al final del cordal nevado una montaña (no estoy seguro cual es) con su paquete de nieve que tenía un aspecto bastante agreste.
Hacia el norte se situaba el valle de bajada hacia la capital, Pola de Somiedo y por este valle la carretera me llevaría pasando por la capital del concejo, al desvío hacia el valle de Saliencia.
Volví sobre mis pasos al pueblo, donde bajé directamente hacia donde tenía el coche, pero sacando alguna que otra foto como ésta hacia el Oeste, del valle por donde transcurre la ruta hacia Villar de Vildas y la braña de la Pornacal.
Pasé entonces junto a lo que parecía ser la plazoleta principal del pueblo, lugar donde estaba situada el lavadero, una cabaña de teito enfrente de éste y la ermita de este pueblo.
Caminando en el tramo final del pueblo me encontré con esta casa que también me llamó la atención.
Así como el inicio de la ruta hacia Villar de Vildas.
La nota un poco discordante para mí en el pueblo fue esta casa, en plan algo más moderno que todas las anteriores.
Y si en el inicio de mi visita por el pueblo, lo primero que había visto había sido una cabaña de teito, a la vuelta me encontré con la misma cabaña, esta vez desde otro punto de visión con la brecha abierta entre las montañas nevadas y que da lugar al Puerto de Somiedo.
Llegué al coche y entonces ya puse rumbo hacia la capital del concejo, Pola de Somiedo.
Cuando llegué a dicha población, se me ocurrió subir por la carretera de acceso al pueblo de Aguino, lugar a donde hace un mes no había llegado por no estar el día para conducir precisamente.
Hice una foto igual desde el mismo punto que en la excursión de hace un mes, pero esta vez el paisaje cambiaba con las montañas nevadas.
Continué hasta el pueblo de Aguino, donde no realicé visita a pie, así que retrocedí esos 5 km que me separaban de Pola de Somiedo para coger la carretera AS-227 principal del concejo que me iba a llegar al cruce con la carretera del Valle de Saliencia.
Pero antes de entrar en el Valle de Saliencia, foto de Aguino.
El primer pueblo que me encontré en este valle, fue el pueblo de Veigas, lugar donde tenía pensado comer en un bar que había encontrado en el libro de “la Guía Michigrín”, el Bar Tiblos.
Pero antes de entrar a comer, lo que hice fue dar una pequeña vuelta por el pueblo para abrir el apetito, encontrándome diversas construcciones (aparte del lavadero) que me parecieron bastante chulas.
Así que después de esta pequeña visita, entré al bar, pregunté si tenían algo que comer y ante la respuesta afirmativa, pasé a una de las partes del comedor.
Carta del lugar en cuestión.
Lo primero, la bebida.., ¡Por dios, rápido que hay que hidratarse!…Vino y casera.
De primer plato escogí el pote.
La verdad esperaba bastante más en cuanto al pote para estar en un bar indicado en el libro “Michigrín” y por estar comiendo en un entorno rural ya que se supone que les tiene que salir mucho mejor de lo que les salió este día. Con esto que digo, no hablo en cuanto a cantidad de comida ya que sería la fuente para dos platos y pico, sino en cuanto al sabor de dicho plato.
(¿Me estaré volviendo exigente,jeje?, Yo creo que no…..).
De segundo plato, elegí media de callos caseros.
Estaban picantinos, tal como me gustan, aunque tampoco fueron de esos callos que uno recordará por los siglos y los siglos….Estaban bien, sin más…
De postre escogí la tarta de queso. Tengo que decir que esta fue la elección donde plenamente acerté en la comida de este día. Para mí estaba riquísima, pero tampoco se trataba de repetir y fartarse a dulce, que uno tiene que cuidarse.
Factura de la comida, la cual me salió por 23,20 euros.
Foto del bar desde el exterior.
Continué con mi marcha hasta el pueblo de Saliencia.
Echando la vista hacia atrás, así se veía el siguiente pueblo que vi, Arbeyales.
Llegué entonces al pueblo de Saliencia.
Aquí decidí no parar y continué subiendo hasta el alto de la Farrapona. Sabía que me sería imposible llegar al mismo alto, ya que tiene unos 1.600m de altitud y estaría la carretera cortada por la nieve, pero aun así seguí para ver hasta donde llegaba y lo que se podía ver desde la carretera de ascenso.
A falta de unos 3 ó 4 km para el alto, decidí dar la vuelta, ya que la carretera ya empezaba a estar con algunas placas de hielo y nieve.
Por lo menos pude hacer alguna foto de la parte final, con la pista de descenso hacia los Lagos de Saliencia.
En mi descenso hacia el pueblo de Saliencia, me paré en alguna ocasión a fotografiar alguna de las numerosas cabañas de teito de este valle.
Llegué entonces al pueblo que da nombre al valle.
La primera foto que sacaría pues no había dudas en cuál sería, el albergue del pueblo en sus dos vertientes.
La iglesia del pueblo, con el lavadero pegado a ella.
Estuve dando una vuelta por el pueblo, sacando diversas fotos del mismo y destacando entre las mismas estas dos que siguen.
Una vez finalizada la visita a este pueblo, ya fui regresando con el coche hasta el cruce de la carretera principal de Somiedo.
Pero antes de llegar a este cruce, tocaba una brevísima visita al pueblo de Éndriga.
Vista del pueblo y de su iglesia.
Esta casa me llamó por su situación en un saliente encima mismo del río.
Otra vez al coche y esta vez al pueblo donde había pernoctado unas noches en el 1993, Arbeyales.
Arbeyales es pueblo conocido por ser uno de los puntos de partida de la subida a través de la Foz de la Gúergola para alcanzar las brañas de Saliencia.
Lo primero que me encontré al entrar en el pueblo, fue este tractor con remolque que se veía que parado no había estado precisamente.
Me interné en el pueblo y empecé a subir unos minutos por el tramo inicial empedrado de la Foz de la Güergola.
Como tampoco tenía sentido continuar dada la hora y que tampoco estaba yo mentalizado para subir, retrocedí hasta dar de nuevo con el lavadero del pueblo.
Siguiendo con el trayecto por el pueblo, otro par de fotos de casas del mismo.
Finalicé la visita al pueblo y ya me quedaba la última visita, en esta ocasión al pueblo de Villarín, donde en la ida a Saliencia había visto una especie de palacete que tenía muy buena pinta. (Debo de tener sangre azul porque todo lo que sean palacios, palacetes me atraen mucho el visitarlos).
Vista de la parte delantera del Palacio del Conde Torata.
El palacio del conde de Villarín y vizconde de Torata, en Villarín, fue casa solariega de un ilustre de este pueblo, Jerónimo Valdés Sierra (1784-1855), destacado militar, político y escritor, que recibió por sus muchos méritos los citados títulos nobiliarios, cuyo hijo, Fernando Valdés y Hevia, reedificó en las postrimerías del siglo XIX la actual mansión palaciega sobre la anterior.
La construcción, caracterizada por una absoluta sobriedad ornamental, emplea, según M. Zarracina, elementos de la tradición arquitectónica regional. Presenta una fachada custodiada por dos torres, vanos con marcos lisos y balcones en la planta principal.
La profusión de huecos se explica por la búsqueda de luminosidad, ligereza y elevación.
Ya con esta última visita di por finalizadas las visitas por este día, llegando a casa sobre las 18h30 después de pasar un magnífico y “tranquilo” día.