miércoles, 2 de julio de 2014

PASEO POR LA PLAYA DE LA FRANCA EN MAREA BAJA Y PEQUEÑA RUTA PANORÁMICA HASTA S. VICENTE DE LA BARQUERA.


Día: 29-06-2014.

Lugar: Playa de la Franca (Ribadedeva) y Costa Cántabra.

Comentario:
Otra vez de nuevo visita a La Franca con el objetivo en esta ocasión de sacar algunas fotos del entorno de esta playa en marea baja.

En mi anterior visita había realizado un pequeño paseo estando la marea baja pero al no llevar cámara y al no disfrutar de dicho paseo por no llevar chanclas, tuve que posponer el tema fotográfico para el siguiente día que me acercara por dicho lugar, así que dicho y hecho y este domingo pasado a las 11h15 ya estaba pisando la arena y preparado para realizar un pequeño paseo (con chanclas incluidas…) por su entorno cuando tenía previsto que me encontraría la playa en estado de bajamar, en torno a las 13h aproximadamente.
Hay que decir que es fácil saber más o menos calcular el estado de bajamares y pleamares ya que sabiendo la hora en la que se produjo el estado de la bajamar en el día anterior es simplemente sumar 50 minutos más a la hora del día anterior y trasladarla al día siguiente y así 50 minutos más por cada día que pase.

Así que poco a poco fui caminando y aproximándome al nivel en el que las olas golpeaban contra la arena.

Vista de la playa en marea baja.


Y vista hacia el islote “El Castro” desde el mismo lugar donde saqué la anterior foto, lugar de refugio de aves marinas y todavía con unas cuantas decenas de metros por delante que me separaban del agua.


Fui entonces caminando dirección este por la amplia enseñada de arena que había dejado al descubierto la marea baja, sacando otra foto del islote protagonista de esta playa.


Llegué entonces a la altura de la pequeña cala “El Oso”, cala que aparece cuando hay bajamar en dicha zona.
Lo primero que me llamó la atención al llegar a dicha zona fueron las incontables piedras cubiertas por un manto verde (algas) que aparecían al descubierto cuando el agua abandonaba dicha cala.
El tránsito en este día por esta zona lo pude hacer con total comodidad ya que como he dicho anteriormente me había provisto en casa del oportuno calzado para transitar por esta zona. Aún así, en ocasiones, fueron inevitables algunos resbalones “sin peligro” por estar sumamente resbaladizas las piedras a causa del musgo marino en cuestión.

Foto de algunas de las piedras marinas con el islote del día al fondo y foto más de cerca de las incontables y bonitas piedras.





El terreno no muy complicado para caminar, se internaba a través de un paso estrecho, camino de la otra vertiente invisible hasta el momento.
Vista hacia atrás de dicho paso y en la que se ve a la izda de la foto, la zona por la que la gente puede pasar a esta parte de la costa cuando el agua retrocede por la marea baja.


El mismo paso pero hacia adelante, así que para la siguiente zona me fui.


Vista al Este de la costa llegado al punto donde ya me negué a continuar avanzando en esa dirección.


Intenté entonces subir algunas decenas de metros trepando por zona rocosa hasta salir ya al manto vegetal que cubría la montaña, pero desistí de seguir ya que dicho manto estaba compuesto por espineras y muchísimo matorral y viendo que no iba adecuadamente vestido para internarme por dicho terreno, renuncié a seguir y bajé otra vez hasta las rocas para moverme con muchísima más facilidad por este terreno.

Imagen nada más bajar del tramo de rocas en bajamar con el islote al fondo.


Fui entonces en busca hacia el Oeste del tramo rocoso que había quedado descubierto y descubriendo para mi sorpresa unas construcciones que tenían toda la pinta de haber sido en sus tiempos unos viveros de marisco.






Ambos viveros estaban comunicados por una abertura y tenían salida al mar cada uno por otra abertura diferente a la primera.

Vista de la compuerta que comunicaba ambos viveros.


Vista desde dicha zona del islote de la jornada.


Avancé hacia el Oeste por la zona superior del vivero rectangular, el cual era el más grande, pudiendo observar una guapa estampa de la playa en marea baja con el islote.





También me fijé desde esta zona superior en el paso por el cual la gente aprovechaba a pasar desde La Franca a la cala “El Oso”.


Y claro está, tenía que sacar una imagen de esta guapa cala que recibe el nombre de “El Oso” con las piedras verdes.


De la zona superior de este vivero descendí hasta el nivel de las aguas para observar la abertura que tenía este vivero al mar.


Muy cerca del nivel de las aguas y dado que éstas habían descendido habían dejado al descubierto algunos seres propios de esta zona rocosa (ni idea de lo que pueden ser).


Por dicha zona me encontré también a un buzo que disfrutaba de las aguas tranquilas.


Regresé de nuevo a la parte superior de esta zona para disfrutar de las guapas vistas al Oeste.


Y también hacia el Este.


Pero antes de marchar de esta zona, me despedí de la salida hacia el mar del vivero grande y viendo también la cala por detrás de éste.


Volví entonces sobre mis pasos anterior para llegar entonces al paso que me sacaría a la pequeña cala.


Vista de la cala en los dos sentidos.





Me dirigí entonces más hacia el Oeste ya que había visto a una persona sacar fotos encaramado a una zona rocosa, así que para allá me fui ya que me picó la curiosidad, no fuera que hubiera guapas vistas y me las perdiera por no acercarme a dicha zona.
Nada más llegar tocaba foto de la zona por la que había estado anteriormente y en la que se puede ver que las aguas en esta zona parecían a las de una piscina por la ausencia de oleaje.


La verdad no me arrepentí de la decisión que tomé al visitar esta parte de la cala ya que pude apreciar otras tantas vistas algo diferentes a las de la primera zona pero vistas que podrían catalogarse de espectaculares, por lo menos para mí en esta ocasión.

Aquí me encontré con una pequeña estrechez que en el estado en el que estaba la mar y dada la marea que estaba en su punto más bajo se convertía en una zona ideal para el baño.


Un par de imágenes hacia “El Castro”, pudiéndose ver el diferente color del agua según la profundidad que abarcaba el  mismo.





Una imagen con un poco de zoom de la zona por la que estuve inicialmente en el paseo de este día.


Y camino de la playa iba por la zona rocosa.





Vista de la playa al llegar al punto final de esta pequeña plataforma de roca.



Tras pisar de nuevo la playa me fui al extremo más al Oeste de la misma.
Allí me encaramé tras meterme unos metros en el agua a un saliente rocoso desde el que se veía perfectamente tanto el islote como la misma playa.





Regresé a la playa y di una pequeña vuelta por dicha zona descubriendo alguna zona ideal para el baño.


Vista de la playa desde dicha zona.


Algunas curiosas formaciones rocosas en esta zona Oeste que quedan al descubierto cuando la marea está baja.


Regresé entonces a la toalla y entonces “ante mi amenaza de irme a tomar algo al bar”, la señora decidió venirse conmigo y entonces una vez allí sentados decidimos picar algo (una de rabas y una de sardinas) en el “auténtico” chiringuito de la playa, cobrándonos por el picoteo y por dos bebidas unos 22 Euros.

Imagen del picoteo.


En esos momentos empeoró bastante el tiempo ya que empezó a tirar bastante viento, así que como parecía que el cielo se quería nublar y dado el molesto viento que hacía, decidimos marchar de la playa y coger el coche sin rumbo fijo.

Nada más coger el coche se me ocurrió ir a conocer una zona de la costa de Cantabria, así que para allá me dirigí.

Pillé dirección a Unquera y al llegar a esta localidad tomé la carretera al pueblo de Pechón, ya en Cantabria, pero antes de llegar al pueblo me paré un momento a la altura de un restaurante situado en una curva para ver la Ria de Tina Mayor.


Seguí circulando con el coche por alguna carreterina de la costa que me iba a llevar hasta las cercanías de la Playa de Pechón.
Esta playa es una playa en la que su arenal se comunica con una zona rocosa unos metros distante de la costa cuando la marea está baja, inundándose casi por completo la playa cuando la marea está alta.

Vista de la playa parcialmente inundada por el agua.


Volví al coche y tuve que realizar un pequeño itinerario circular por una carreterina que tenía casi el mismo ancho que un coche y que me llevó para mi sorpresa a una finca situada ya en el pueblo de Pechón y la cual me llamó la atención por su peculiar vivienda.





De nuevo al coche y esta vez continué dirección Este para llegar hasta un mirador donde había una estatua “El Pescador de Caña”, inaugurado dicho mirador el 06/09/2010, pudiendo en dicho mirador apreciar la entrada a la ría de Tina Menor.





Me alejé unos metros de dicho mirador parar obtener alguna nueva vista de esta ría, aprovechando entonces para inmortalizar dicho momento.


Acto seguido cogí la carretera nacional a San Vicente de la Barquera, desviándome a la izquierda antes de cruzar el puente de entrada de dicha población.

Dicho desvío me iba a llevar hasta el Santuario de la Barquera, el cual me encantó y erigiéndose en una de las sorpresas súper positivas de la jornada.

Imagen del exterior de dicho santuario.





La leyenda más o menos resumida de dicho santuario sería la siguiente:
   “Dicen que un lejano martes de Pascua, allá por la Edad Media, los marineros de esta pequeña localidad cántabra habían quedado para celebrar la Semana Santa junto al mar, cuando de pronto vieron una pequeña embarcación en la costa que no era reconocida por ellos, sin tripulación a bordo, ni velas, ni remos, tan solo a bordo una Virgen, la cual señalaba la dirección del viento a los marineros.  Desde entonces aquel lugar se convirtió en lugar de peregrinación de los habitantes de San Vicente de la Barquera.  En honor a ella y al milagro se construyó una capilla en la que se venera y rinde culto a la imagen de laVirgen de la Barquera.”

El santuario, la verdad se encuentra en un entorno privilegiado donde se puede contemplar la entrada a la ría de San Vicente de la Barquera.

Foto aérea que encontré de la entrada de dicha ría y vista desde la zona del templo de la misma ría.





Interior del santuario y en el que cada 14 de Abril se celebran las fiestas del lugar.





El menda posando con algunas playas al otro lado de esta ría.


Aguas cristalinas.


Fuimos a dar una vuelta por el muro y cuando regresamos al coche, me apetecía tomar algo, así que entramos en un local que me había llamado la atención a la hora de dejar el coche y que sin saberlo era el local de un restaurante galardonado con una estrella Michelín, “El Annua” y yo entré todo campante a la lujosa terraza vestido de pantalón de chándal y camiseta de deporte.
Nos cobraron 18 euros por un par de cocktailes.

Tras abandonar el lugar me acerqué hasta la zona del faro para obtener una guapa vista de la entrada de la ría con el restaurante (término inferior) en el que había estado tomando algo hacía unos minutos.


Luego ya puse rumbo a casa donde llegué en torno a las 20h.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado la primera foto, en cuanto a que se ve una playa muy llanita y facil para correr por alli descalzos, a ver si me buscas un dia una playa de ese tipo o esa misma playa que sea larguita, llanita y se pueda correr bien por ella porque sea compacta como la de la primera foto y quedamos un dia a correr por alli a tope.
    Un abrazo¡¡¡.

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  2. La playa que has visto me ha parecido ideal para pegarse unas series de 300 metros y luego volver recuperando y así realizar serie tras serie..En mi caso no suelo correr nada por playa, ya que la razón principal es que si por mi fuera la playa ni la pisaba en todo el año. Tengo que hacerlo por obligación y soy menos reticente a pisarla cuando el día anterior me he pegado un buen palizón en la montaña...Igual teníamos mejor que empezar a probar por pistas de montaña,jeje que así se fortalece mucho el tren inferior...Un abrazo.

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