Día:
29-06-2014.
Lugar:
Playa de la Franca
(Ribadedeva) y Costa Cántabra.
Comentario:
Otra
vez de nuevo visita a La Franca
con el objetivo en esta ocasión de sacar algunas fotos del entorno de esta
playa en marea baja.
En
mi anterior visita había realizado un pequeño paseo estando la marea baja pero
al no llevar cámara y al no disfrutar de dicho paseo por no llevar chanclas,
tuve que posponer el tema fotográfico para el siguiente día que me acercara por
dicho lugar, así que dicho y hecho y este domingo pasado a las 11h15 ya estaba
pisando la arena y preparado para realizar un pequeño paseo (con chanclas
incluidas…) por su entorno cuando tenía previsto que me encontraría la playa en
estado de bajamar, en torno a las 13h aproximadamente.
Hay
que decir que es fácil saber más o menos calcular el estado de bajamares y
pleamares ya que sabiendo la hora en la que se produjo el estado de la bajamar
en el día anterior es simplemente sumar 50 minutos más a la hora del día
anterior y trasladarla al día siguiente y así 50 minutos más por cada día que
pase.
Así
que poco a poco fui caminando y aproximándome al nivel en el que las olas
golpeaban contra la arena.
Vista
de la playa en marea baja.
Y
vista hacia el islote “El Castro” desde el mismo lugar donde saqué la anterior
foto, lugar de refugio de aves marinas y todavía con unas cuantas decenas de
metros por delante que me separaban del agua.
Fui
entonces caminando dirección este por la amplia enseñada de arena que había
dejado al descubierto la marea baja, sacando otra foto del islote protagonista
de esta playa.
Llegué
entonces a la altura de la pequeña cala “El Oso”, cala que aparece cuando hay
bajamar en dicha zona.
Lo
primero que me llamó la atención al llegar a dicha zona fueron las incontables
piedras cubiertas por un manto verde (algas) que aparecían al descubierto
cuando el agua abandonaba dicha cala.
El
tránsito en este día por esta zona lo pude hacer con total comodidad ya que
como he dicho anteriormente me había provisto en casa del oportuno calzado para
transitar por esta zona. Aún así, en ocasiones, fueron inevitables algunos
resbalones “sin peligro” por estar sumamente resbaladizas las piedras a causa
del musgo marino en cuestión.
Foto
de algunas de las piedras marinas con el islote del día al fondo y foto más de
cerca de las incontables y bonitas piedras.
El
terreno no muy complicado para caminar, se internaba a través de un paso estrecho, camino de la otra vertiente invisible hasta el momento.
Vista
hacia atrás de dicho paso y en la que se ve a la izda de la foto, la zona por la
que la gente puede pasar a esta parte de la costa cuando el agua retrocede por
la marea baja.
El
mismo paso pero hacia adelante, así que para la siguiente zona me fui.
Vista
al Este de la costa llegado al punto donde ya me negué a continuar avanzando en
esa dirección.
Intenté
entonces subir algunas decenas de metros trepando por zona rocosa hasta salir
ya al manto vegetal que cubría la montaña, pero desistí de seguir ya que dicho
manto estaba compuesto por espineras y muchísimo matorral y viendo que no iba
adecuadamente vestido para internarme por dicho terreno, renuncié a seguir y
bajé otra vez hasta las rocas para moverme con muchísima más facilidad por este
terreno.
Imagen
nada más bajar del tramo de rocas en bajamar con el islote al fondo.
Fui
entonces en busca hacia el Oeste del tramo rocoso que había quedado descubierto
y descubriendo para mi sorpresa unas construcciones que tenían toda la pinta de
haber sido en sus tiempos unos viveros de marisco.
Ambos
viveros estaban comunicados por una abertura y tenían salida al mar cada uno
por otra abertura diferente a la primera.
Vista
de la compuerta que comunicaba ambos viveros.
Vista
desde dicha zona del islote de la jornada.
Avancé
hacia el Oeste por la zona superior del vivero rectangular, el cual era el más
grande, pudiendo observar una guapa estampa de la playa en marea baja con el
islote.
También
me fijé desde esta zona superior en el paso por el cual la gente aprovechaba a
pasar desde La Franca a la cala “El Oso”.
Y
claro está, tenía que sacar una imagen de esta guapa cala que recibe el nombre
de “El Oso” con las piedras verdes.
De
la zona superior de este vivero descendí hasta el nivel de las aguas para
observar la abertura que tenía este vivero al mar.
Muy
cerca del nivel de las aguas y dado que éstas habían descendido habían dejado
al descubierto algunos seres propios de esta zona rocosa (ni idea de lo que
pueden ser).
Por
dicha zona me encontré también a un buzo que disfrutaba de las aguas
tranquilas.
Regresé
de nuevo a la parte superior de esta zona para disfrutar de las guapas vistas
al Oeste.
Y
también hacia el Este.
Pero
antes de marchar de esta zona, me despedí de la salida hacia el mar del vivero
grande y viendo también la cala por detrás de éste.
Volví
entonces sobre mis pasos anterior para llegar entonces al paso que me sacaría a
la pequeña cala.
Vista
de la cala en los dos sentidos.
Me
dirigí entonces más hacia el Oeste ya que había visto a una persona sacar fotos
encaramado a una zona rocosa, así que para allá me fui ya que me picó la
curiosidad, no fuera que hubiera guapas vistas y me las perdiera por no
acercarme a dicha zona.
Nada
más llegar tocaba foto de la zona por la que había estado anteriormente y en la
que se puede ver que las aguas en esta zona parecían a las de una piscina por
la ausencia de oleaje.
La
verdad no me arrepentí de la decisión que tomé al visitar esta parte de la cala
ya que pude apreciar otras tantas vistas algo diferentes a las de la primera
zona pero vistas que podrían catalogarse de espectaculares, por lo menos para
mí en esta ocasión.
Aquí
me encontré con una pequeña estrechez que en el estado en el que estaba la mar
y dada la marea que estaba en su punto más bajo se convertía en una zona ideal
para el baño.
Un
par de imágenes hacia “El Castro”, pudiéndose ver el diferente color del agua
según la profundidad que abarcaba el
mismo.
Tras
pisar de nuevo la playa me fui al extremo más al Oeste de la misma.
Allí me encaramé tras meterme unos metros en el agua a un saliente rocoso desde el que se veía perfectamente tanto el islote como la misma playa.
Allí me encaramé tras meterme unos metros en el agua a un saliente rocoso desde el que se veía perfectamente tanto el islote como la misma playa.
Regresé
a la playa y di una pequeña vuelta por dicha zona descubriendo alguna zona
ideal para el baño.
Algunas
curiosas formaciones rocosas en esta zona Oeste que quedan al descubierto
cuando la marea está baja.
Regresé
entonces a la toalla y entonces “ante mi amenaza de irme a tomar algo al bar”,
la señora decidió venirse conmigo y entonces una vez allí sentados decidimos
picar algo (una de rabas y una de sardinas) en el “auténtico” chiringuito de la
playa, cobrándonos por el picoteo y por dos bebidas unos 22 Euros.
En
esos momentos empeoró bastante el tiempo ya que empezó a tirar bastante viento,
así que como parecía que el cielo se quería nublar y dado el molesto viento que
hacía, decidimos marchar de la playa y coger el coche sin rumbo fijo.
Nada
más coger el coche se me ocurrió ir a conocer una zona de la costa de
Cantabria, así que para allá me dirigí.
Pillé
dirección a Unquera y al llegar a esta localidad tomé la carretera al pueblo de
Pechón, ya en Cantabria, pero antes
de llegar al pueblo me paré un momento a la altura de un restaurante situado en
una curva para ver la Ria de Tina Mayor.
Seguí
circulando con el coche por alguna carreterina de la costa que me iba a llevar
hasta las cercanías de la Playa de Pechón.
Esta
playa es una playa en la que su arenal se comunica con una zona rocosa unos
metros distante de la costa cuando la marea está baja, inundándose casi por
completo la playa cuando la marea está alta.
Volví
al coche y tuve que realizar un pequeño itinerario circular por una carreterina
que tenía casi el mismo ancho que un coche y que me llevó para mi sorpresa a
una finca situada ya en el pueblo de Pechón y la cual me llamó la atención por
su peculiar vivienda.
De
nuevo al coche y esta vez continué dirección Este para llegar hasta un mirador
donde había una estatua “El Pescador de Caña”, inaugurado dicho mirador el
06/09/2010, pudiendo en dicho mirador apreciar la entrada a la ría de Tina Menor.
Me
alejé unos metros de dicho mirador parar obtener alguna nueva vista de esta
ría, aprovechando entonces para inmortalizar dicho momento.
Acto
seguido cogí la carretera nacional a San Vicente de la Barquera, desviándome a
la izquierda antes de cruzar el puente de entrada de dicha población.
Dicho
desvío me iba a llevar hasta el Santuario de la Barquera, el cual me encantó y
erigiéndose en una de las sorpresas súper positivas de la jornada.
La
leyenda más o menos resumida de dicho santuario sería la siguiente:
“Dicen que un
lejano martes
de Pascua, allá por la Edad Media, los marineros de esta
pequeña localidad cántabra habían quedado para celebrar la Semana Santa junto
al mar, cuando de pronto vieron una pequeña embarcación en la costa
que no era reconocida por ellos, sin tripulación a bordo, ni velas, ni
remos, tan solo a bordo una Virgen, la cual señalaba la dirección del viento a
los marineros. Desde entonces aquel lugar se convirtió en lugar de
peregrinación de los habitantes de San Vicente de la Barquera. En honor a
ella y al milagro se construyó una capilla en la que se venera y rinde culto a
la imagen de laVirgen de la Barquera.”
El
santuario, la verdad se encuentra en un entorno privilegiado donde se puede
contemplar la entrada a la ría de San Vicente de la Barquera.
Foto
aérea que encontré de la entrada de dicha ría y vista desde la zona del templo
de la misma ría.
Fuimos
a dar una vuelta por el muro y cuando regresamos al coche, me apetecía tomar
algo, así que entramos en un local que me había llamado la atención a la hora
de dejar el coche y que sin saberlo era el local de un restaurante galardonado
con una estrella Michelín, “El Annua” y yo entré todo campante a la lujosa
terraza vestido de pantalón de chándal y camiseta de deporte.
Nos
cobraron 18 euros por un par de cocktailes.
Tras
abandonar el lugar me acerqué hasta la zona del faro para obtener una guapa
vista de la entrada de la ría con el restaurante (término inferior) en el que
había estado tomando algo hacía unos minutos.
Luego
ya puse rumbo a casa donde llegué en torno a las 20h.
Me ha encantado la primera foto, en cuanto a que se ve una playa muy llanita y facil para correr por alli descalzos, a ver si me buscas un dia una playa de ese tipo o esa misma playa que sea larguita, llanita y se pueda correr bien por ella porque sea compacta como la de la primera foto y quedamos un dia a correr por alli a tope.
ResponderEliminarUn abrazo¡¡¡.
La playa que has visto me ha parecido ideal para pegarse unas series de 300 metros y luego volver recuperando y así realizar serie tras serie..En mi caso no suelo correr nada por playa, ya que la razón principal es que si por mi fuera la playa ni la pisaba en todo el año. Tengo que hacerlo por obligación y soy menos reticente a pisarla cuando el día anterior me he pegado un buen palizón en la montaña...Igual teníamos mejor que empezar a probar por pistas de montaña,jeje que así se fortalece mucho el tren inferior...Un abrazo.
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