domingo, 13 de diciembre de 2015

PASEO POR LA SENDA DE CAROU.



Día: 12-12-2015.

Lugar: Arenas de Cabrales.

Desnivel: +700 m aprox.

Duración: 04h53.

Comentario:
Sábado en el cual me iba a poder escapar sin problemas, así que pensando en algunas opciones que me atrajeran para este día, me acordé de una a la que siempre le había tenido muchas ganas y que por unos u otros motivos siempre había dejado aparcado en la libreta de pendientes, "La Senda de la Calzada Romana de Carou".

Así que puse rumbo hacia Arenas de Cabrales donde tomaría mi habitual café con bayles y en torno a las 12h ya me despediría del coche para tras caminar unos centenares de metros, dar ya con el cartel del inicio de la ruta de este día.


Me encontraría en este tramo inicial de la ruta, el cual se interna en zona boscosa, con un sendero claramente tapizado en la mayor parte de las veces por la abundante y resbaladiza hojarasca que se dejaba oír crujir a cada paso que daba.


Vista hacia atrás de este primer tramo.


El sendero no ofrecía pérdida alguna y al poco tiempo de empezar ya iba a dar con el paso que me iba a facilitar salvar el tramo cubierto de una canalización de aguas que va a una presa cercana a esta población de Arenas de Cabrales.

Tras cruzar por encima de las aguas ya iba a traspasar la portilla de acceso al siguiente tramo.


Fui tranquilamente caminando por un sendero muy claro y desde el que podía observar las diferentes formas que me ofrecían los árboles que a uno y otro lado del mismo se encontraban, así como a la izda me iba aparecer unos cuantos metros más abajo la presa anteriormente mencionada.


No soy muy dado a internarme por zonas boscosas ya que me aburren bastante pero tengo que reconocer que en este día estuve muy entretenido sacando fotos de las diferentes zonas a las que el sendero me iba llevando.

Trío de imágenes de este tramo, tras cruzar la portilla anterior.








El sendero se dejaba transitar muy cómodamente y al poco ya me apareció la que quizás fuera la vista estrella de esta primera parte de la ruta, la población de Arenas de Cabrales, la cual es una de las puertas de entrada a Los Picos de Europa.


El sendero me iba a llevar a una zona algo despejada de arboleda, así que por lo menos iba a poder ver a lo lejos alguna panorámica de las montañas que quedaban a mi espalda.


Di entonces a una zona despejada con cabaña derruida incluida, así que para allá me condujo el sendero que había tomado tras el cruce de la portilla.

Imagen de esta cabaña.


Nuevamente el sendero me iba a entornar de nuevo por el bosque y al poco ya me iban aparecer los primeros tramos de la calzada romana (pocas veces he disfrutado tanto de andar por el interior de un bosque como en la de esta ocasión…).


Árboles de diferentes formas y tamaños iban a ir aparecieron a uno y otro lado del sendero.


Y la izda y según iba ascendiendo un buen peñasco asomaba por detrás de algunos árboles con diferente colorido.


Poco después ya me iba aparecer el tramo de la calzada, perfectamente conservado sobre unos 3 km aproximadamente y el cual constaba de vueltas y revueltas que me iba hacer más liviano el ascenso y el tránsito por el mismo.

Primeros metros del tramo continuado de calzada romana.


Primera revuelta de la calzada en la que se dejaba sentir su pendiente, pero la cual no me ofreció ningún problema ya que iba muy entretenido en sacar fotos y a ritmo de paseo tranquilo.


Me sorprendió agradablemente las sucesivas revueltas que daba la ruta ya que me hacían recordar mis antiguos tiempos de ciclista, allá por finales de los 80 y la década de los 90 (cagunross… ¡Qué mayor soy…!).





Tras la buena pendiente del tramo anterior, la pendiente iba a disminuir en el siguiente tramo de calzada, perfectamente conservado como pude apreciar durante toda la ruta.

Vista hacia atrás.


Al poco, otra vez el tramo de calzada, esta vez mucho más claro que el tramo llano anterior, iba aparecer, así que aproveché para sacar alguna imagen algo más clara sobre las diferentes piedras que conformaban esta obra romana.


Rectas en pendiente me iban apareciendo a medida que avanzaba.


Y entre la arboleda, Arenas de Cabrales seguía dejándose asomar.

Un par de imágenes de esta importante población montañera.





La calzada romana (en recta ahora) continuaba enseñándome la montaña, cada vez más desnuda de arboleda, señal de que parecía que lo más duro de la subida estaba terminando.


Pero tras caminar algún centenar de metros, me iban aparecer una serie de continuas revueltas que la ruta trazaba en la montaña y gracias a las mismas, la ganancia de metros a mi favor sería más acusada todavía.

Al final de estas revueltas me iba a encontrar con un par de chavales a los que pregunté por si la zona del pueblo de Tielve me quedaba muy lejos todavía, ante lo que su respuesta a mi pregunta fue bastante afirmativa.
Me indicaron también que me encontraría unos metros después con un cruce señalizando Tordín, dirección que finalmente cogería al llegar a él.

En el mismo cruce se encontraba también una cruz homenaje a los pastores de Cabrales.


Se puede decir que la Calzada Romana iba acabar aquí y ante dudas sobre si seguir firmemente con el itinerario que me había propuesto hacia Tielve, decidí finalmente seguir saliendo a terreno abierto y sobre todo soleado, hecho que se agradecía.


Tras un tramo más o menos llano, me encontré con el siguiente tramo de la excursión, una zona cercada de prados con alguna que otra cabaña.


El itinerario me iba a obligar a bajar unos metros por el claro sendero para acto seguido comenzar a subir por terreno herboso y de matorral bajo, terreno que no me ofrecía dificultades para avanzar.


Aquí me encontré con una pareja mayor que venía de vuelta y que me repitieron la respuesta afirmativa del par de jóvenes que me había encontrado anteriormente, así que ya sabiendo que no llegaba “ni de coña…” a Tielve iba a seguir caminando pero esta vez con las ganas de “caminar por caminar” y para ver si alcanzaba un collado que había visto momentos antes.

Entonces me sucedió una cosa y es que la zona de la planta del tobillo empezó a quejárseme a cada paso en subida que daba.

Como el dolor veía que continuaba, lo que hice fue pasar de seguir y decidí dar la vuelta por el mismo itinerario que había empleado hasta llegar al lugar donde me encontraba.

En el descenso dichas molestias y dolor me desaparecieron por completo y para despedirme de esta zona de majada ganadera, saqué una última foto de uno de los cercados con un par de cabañas a cada lado.


Pillaría entonces ya todo este tramo de la Calzada Romana, ahora en descenso y en el cual no tuve problemas a pesar de que siempre es incómodo descender pisando este tipo de terreno y aún más en el caso de que hubiera estado mojado o húmedo.

Llegaría entonces al coche tras 04h53 de ruta y con el convencimiento de realizarla cuando tenga las suficientes horas de sol, allá por la primavera.

Al final, buen entreno para las piernas, las cuales se portaron genial durante todo el tramo de ascenso por la calzada.





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