Día: 12-12-2015.
Lugar: Arenas de
Cabrales.
Desnivel: +700 m aprox.
Duración: 04h53.
Comentario:
Sábado en el cual me
iba a poder escapar sin problemas, así que pensando en algunas opciones que me
atrajeran para este día, me acordé de una a la que siempre le había tenido
muchas ganas y que por unos u otros motivos siempre había dejado aparcado en la
libreta de pendientes, "La Senda de la Calzada Romana de Carou".
Así que puse rumbo
hacia Arenas de Cabrales donde tomaría mi habitual café con bayles y en torno a
las 12h ya me despediría del coche para tras caminar unos centenares de metros,
dar ya con el cartel del inicio de la ruta de este día.
Me encontraría en este
tramo inicial de la ruta, el cual se interna en zona boscosa, con un sendero
claramente tapizado en la mayor parte de las veces por la abundante y
resbaladiza hojarasca que se dejaba oír crujir a cada paso que daba.
Vista hacia atrás de
este primer tramo.
El sendero no ofrecía
pérdida alguna y al poco tiempo de empezar ya iba a dar con el paso que me iba
a facilitar salvar el tramo cubierto de una canalización de aguas que va a una
presa cercana a esta población de Arenas de Cabrales.
Tras cruzar por encima
de las aguas ya iba a traspasar la portilla de acceso al siguiente tramo.
Fui tranquilamente
caminando por un sendero muy claro y desde el que podía observar las diferentes
formas que me ofrecían los árboles que a uno y otro lado del mismo se
encontraban, así como a la izda me iba aparecer unos cuantos metros más abajo
la presa anteriormente mencionada.
No soy muy dado a
internarme por zonas boscosas ya que me aburren bastante pero tengo que reconocer
que en este día estuve muy entretenido sacando fotos de las diferentes zonas a
las que el sendero me iba llevando.
Trío de imágenes de
este tramo, tras cruzar la portilla anterior.
El sendero se dejaba
transitar muy cómodamente y al poco ya me apareció la que quizás fuera la vista
estrella de esta primera parte de la ruta, la población de Arenas de Cabrales,
la cual es una de las puertas de entrada a Los Picos de Europa.
El sendero me iba a
llevar a una zona algo despejada de arboleda, así que por lo menos iba a poder
ver a lo lejos alguna panorámica de las montañas que quedaban a mi espalda.
Di entonces a una zona
despejada con cabaña derruida incluida, así que para allá me condujo el sendero
que había tomado tras el cruce de la portilla.
Imagen de esta cabaña.
Nuevamente el sendero
me iba a entornar de nuevo por el bosque y al poco ya me iban aparecer los
primeros tramos de la calzada romana (pocas veces he disfrutado tanto de andar
por el interior de un bosque como en la de esta ocasión…).
Árboles de diferentes
formas y tamaños iban a ir aparecieron a uno y otro lado del sendero.
Y la izda y según iba
ascendiendo un buen peñasco asomaba por detrás de algunos árboles con diferente
colorido.
Poco después ya me iba
aparecer el tramo de la calzada, perfectamente conservado sobre unos 3 km
aproximadamente y el cual constaba de vueltas y revueltas que me iba hacer más
liviano el ascenso y el tránsito por el mismo.
Primeros metros del
tramo continuado de calzada romana.
Primera revuelta de la
calzada en la que se dejaba sentir su pendiente, pero la cual no me ofreció
ningún problema ya que iba muy entretenido en sacar fotos y a ritmo de paseo
tranquilo.
Me sorprendió
agradablemente las sucesivas revueltas que daba la ruta ya que me hacían
recordar mis antiguos tiempos de ciclista, allá por finales de los 80 y la
década de los 90 (cagunross… ¡Qué mayor soy…!).
Tras la buena pendiente
del tramo anterior, la pendiente iba a disminuir en el siguiente tramo de
calzada, perfectamente conservado como pude apreciar durante toda la ruta.
Vista hacia atrás.
Al poco, otra vez el
tramo de calzada, esta vez mucho más claro que el tramo llano anterior, iba
aparecer, así que aproveché para sacar alguna imagen algo más clara sobre las
diferentes piedras que conformaban esta obra romana.
Rectas en pendiente me
iban apareciendo a medida que avanzaba.
Y entre la arboleda,
Arenas de Cabrales seguía dejándose asomar.
Un par de imágenes de
esta importante población montañera.
La calzada romana (en
recta ahora) continuaba enseñándome la montaña, cada vez más desnuda de
arboleda, señal de que parecía que lo más duro de la subida estaba terminando.
Pero tras caminar algún
centenar de metros, me iban aparecer una serie de continuas revueltas que la
ruta trazaba en la montaña y gracias a las mismas, la ganancia de metros a mi
favor sería más acusada todavía.
Al final de estas
revueltas me iba a encontrar con un par de chavales a los que pregunté por si
la zona del pueblo de Tielve me quedaba muy lejos todavía, ante lo que su
respuesta a mi pregunta fue bastante afirmativa.
Me indicaron también
que me encontraría unos metros después con un cruce señalizando Tordín,
dirección que finalmente cogería al llegar a él.
En el mismo cruce se
encontraba también una cruz homenaje a los pastores de Cabrales.
Se puede decir que la
Calzada Romana iba acabar aquí y ante dudas sobre si seguir firmemente con el
itinerario que me había propuesto hacia Tielve, decidí finalmente seguir
saliendo a terreno abierto y sobre todo soleado, hecho que se agradecía.
Tras un tramo más o
menos llano, me encontré con el siguiente tramo de la excursión, una zona
cercada de prados con alguna que otra cabaña.
El itinerario me iba a
obligar a bajar unos metros por el claro sendero para acto seguido comenzar a
subir por terreno herboso y de matorral bajo, terreno que no me ofrecía
dificultades para avanzar.
Aquí me encontré con
una pareja mayor que venía de vuelta y que me repitieron la respuesta
afirmativa del par de jóvenes que me había encontrado anteriormente, así que ya
sabiendo que no llegaba “ni de coña…” a Tielve iba a seguir caminando pero esta
vez con las ganas de “caminar por caminar” y para ver si alcanzaba un collado
que había visto momentos antes.
Entonces me sucedió una
cosa y es que la zona de la planta del tobillo empezó a quejárseme a cada paso
en subida que daba.
Como el dolor veía que continuaba,
lo que hice fue pasar de seguir y decidí dar la vuelta por el mismo itinerario
que había empleado hasta llegar al lugar donde me encontraba.
En el descenso dichas
molestias y dolor me desaparecieron por completo y para despedirme de esta zona
de majada ganadera, saqué una última foto de uno de los cercados con un par de
cabañas a cada lado.
Pillaría entonces ya
todo este tramo de la Calzada Romana, ahora en descenso y en el cual no tuve
problemas a pesar de que siempre es incómodo descender pisando este tipo de
terreno y aún más en el caso de que hubiera estado mojado o húmedo.
Llegaría entonces al
coche tras 04h53 de ruta y con el convencimiento de realizarla cuando tenga las
suficientes horas de sol, allá por la primavera.
Al final, buen entreno
para las piernas, las cuales se portaron genial durante todo el tramo de
ascenso por la calzada.
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