viernes, 16 de octubre de 2015

PUENTE DE OCTUBRE (DONOSTI – CASTRO URDIALES). 2º DÍA. PAÍS VASCO - FRANCÉS.



2ºDía (1ª Parte). País Vasco Francés.

Día: 10-10-2014.

Comentario:
Llegaba el día estrella en tierras vascas y con el mismo la “fiesta gastronómica” objetivo del viaje, así que como había que gastar las horas del día hasta que llegara el momento de la cena, decidimos hacer algo de turismo por la zona del País Vasco – Francés.

Tras levantarnos, prepararnos y quedar todos en la recepción, decidimos irnos a “desayunar” a una cafetería situada delante del hotel ya que en el NH el desayuno costaba nada más y nada menos que unos 20 euros por persona (cada vez estoy más convencido que a los hoteles no les interesa que la gente desayune ya que normalmente ponen unos precios totalmente disparatados para la primera comida del día).

Pedimos todos un café y en mi caso al ver los cruasanes que tenían en alguna mesa, añadí también al pedido un cruasán que aunque parecía tener un estado algo “desnutrido”, finalmente resultó estar con un sabor “de muerte”.

Imagen del desayuno de este día.


Tras el desayuno pusimos rumbo a Bayona, población a la que íbamos a llegar en algo menos de una hora desde Donosti, aparcando entonces en un parking situado al lado del edificio del Ayuntamiento.

Algo de información de la ciudad…


Tras dejar el coche, iniciamos el paseo por las calles de Bayona dirigiéndonos entonces hacia la zona de la Catedral gótica de Santa María, situada en el solar que estuvo ocupado por una catedral románica que se quemó en un par de incendios.

La construcción de la catedral actual se inició en el siglo XIII, terminándose a principios del siglo XVII, a excepción de las dos torres que se terminaron en el siglo XIX,

Interior de la catedral.














Era inevitable al descubrir que había un claustro el que yo entrara en el mismo.





Parte trasera del edificio religioso.


Tras la primera visita turística del día, empezamos a caminar tranquilamente por las calles que aparecían engalanadas y observando los diferentes edificios y tiendas que nos fueron apareciendo en nuestro caminar.








Alguna tienda de dulces típicos nos encontramos por el camino.


Enseguida llegaríamos a la plaza del Mercado Les Halles, lugar que este día tenía un gran ambiente.


Casa un tanto pintoresca al lado mismo de esta plaza.


Un par de imágenes del interior del mercado.





Fuera del mercado pudimos apreciar el abundante gentío que se mezclaba con los numerosos puestos que había en el exterior del mismo.

Me llamó la atención un puesto con setas de un tamaño que nunca había visto.


Un trío de fotos de los exteriores del mercado.








Cruzamos el río La Nive por el Pont Marengo y nos internamos por un par de callejuelas para salir rápidamente de nuevo a la zona del Ayuntamiento de Bayona





Un par de vistas del Ayuntamiento desde el Pont Mayou, puente que cruzamos para llegar finalmente al aparcamiento.





Dimos entonces por finalizada esta breve visita a Bayona y “el conductor” puso rumbo a otra de las localidades importantes de esta costa, Biarritz, importante centro turístico de la zona, situado a unos 40 km de San Sebastián.

¡El saber no ocupa lugar…!.
https://es.wikipedia.org/wiki/Biarritz


Tras dar algunas vueltas con el coche por las calles del pueblo, logramos finalmente meter el coche en un parking para empezar a caminar por la zona.

A los pocos minutos de empezar el paseo, nos íbamos a sentar en la terraza del Pub “Arroka”  situada muy cerca del Casino y de la Grande Plage con el fin de tomar “el vermouth”, eligiendo en mi caso un vermouth típico francés, El Pastis, del cual nunca había oído hablar.


Imagen (a la vuelta) de dicha terraza.


Enlace de dicha bebida.


Resumiendo la bebida, se trata de una bebida sabor anís, la cual me sirvieron junto a una buena jarra de agua para ir mezclando y bajándola de graduación  para dejarla al gusto del consumidor, cosa que por supuesto hice.

Inmortalizando dicho momento.


Dejamos entonces la sesión vermouth para ir ya hasta la zona de la Grande Platge y empezar a pasear por su buen paseo en dirección a la zona donde estaba situado el Hotel du Palais, un palacio-hotel de lujo de 5 estrellas naturalmente.

Enlace con algo de la historia del hotel.


Caminando al principio y echando la mirada hacia atrás, otro establecimiento hotelero llamativo iba aparecer a mi espalda.


Por el paseo.


Noelia y María Jesús en dicho paseo.


Trayecto por recorrer hacia el Gran Hotel.


Vista hacia atrás del tramo recorrido.


¡Venga, que el hotel de 5 estrellas ya está cerca!.


Mirada hacia atrás de la Grande Platge o Gran Playa como se puede suponer.


“No quisimos entrar en el Gran Hotel” y en su lugar caminamos unos cien metros por una especie de paseo marcado en la roca e inundado de arena por tramos y con vistas al Faro de Biarritz, como en esta en el que está este menda en primer plano.


Rápidamente íbamos a retroceder unos cien metros sobre nuestros pasos para empezar a ascender suavemente por un lateral del recinto cerrado del hotel hasta dar con la zona de la entrada al mismo.

Un par de imágenes subiendo por esta zona.





La entrada al hotel.


Decidimos entonces ir a picar algo, encontrando una Pizzeria, “La Trattoría”, en la cual nos gustó la carta que tenía por lo que decidimos no complicarnos más y entrar a comer algo.

Exteriores (después de comer) del local de la comida de este día.


Interior del local con guapa decoración.


En mi caso, una pizza marinera, la cual estaba muy rica


En el caso de Noelia, una buena ensalada.


Buen sitio este que encontramos para comer, con buena relación calidad – precio, así que se puede decir que es totalmente recomendable para comer para futuras visitas por la zona.

Salimos entonces de la pizzería para ir a por el coche y el siguiente destino en el que pararíamos un pequeño rato iba a ser la zona de San Juan de la Luz, aparcando en un primer momento a las afueras del pueblo.

Desde esta zona, un par de imágenes del entorno como la de un edificio que me llamó la atención.


Y la otra imagen con Noelia y toda la zona costera de San Juan por detrás de ella.


Nos fuimos entonces hasta el pueblo donde dimos un pequeño paseo de un cuarto de hora ya que aparcamos el coche en una plaza donde había un parquímetro a modo de cronómetro que nada más dejar el coche empezaría a descontar el tiempo hasta los veinte minutos que teníamos como máximo.

Un par de fotos de este pequeño paseo.





Nos sobrarían unos minutos y aquí se produjo un incidente con un “franchute” impaciente, el cual nos empezaría a pitar con el coche para que le dejáramos aparcar sin haber sacado el nuestro (está claro que los “tontos” son una especie que están por todo el mundo…).

Tras este pequeño incidente, la ruta iba a continuar para acercarnos hasta la localidad costera de Hondarribia (Fuenterrabía en castellano), localidad con un pequeño aeropuerto en sus inmediaciones y con título de “ciudad”.

Se encuentra situada en la desembocadura del Río Bidasoa, frontera natural con Hendaya (Francia).

Información de “la ciudad”.


Íbamos a intentar conocer el Parador y así poder tomar algo pero resulta que cuando habíamos sorteado el primer obstáculo en forma de semáforo en rojo (amablemente un coche que bajaba nos desveló el secreto que encerraba dicho semáforo y no era otro que pisar con el coche una parte de la acera y de esa manera se nos abriría el mismo dándonos paso), nos encontramos con una calle en pendiente muy, pero que muy estrecha y al final de la misma dos pivotes impidiéndonos continuar, así que el breve paseo en coche por el casco antiguo se nos iba acabar, teniendo Roberto que ir dando marcha atrás con la precaución de no pegar con el coche en los muros laterales.

Pero los “sustos” en este sentido y en este día no se iban acabar en esta callejuela ya que nos esperaba a los cuatro y “sin saberlo”, “la pesadilla” (sobre todo para las chicas) de las calles estrellas de un pueblo (me río yo entonces de las de Fuenterrabía…) que estoy seguro que nunca olvidaremos los cuatro , “Pasajes”.

Tras retroceder con el coche, paramos un rato a tomar algo en una terraza y acto seguido Roberto nos llevó hasta el Alto de Jaizkibel (paso montañoso mítico en pruebas ciclistas por el País Vasco), alto al que le tenía muchas ganas de conocer.

Con breve parada de por medio en la zona de la Ermita de Guadalupe, llegamos al mismo alto donde había un mirador hacia todas direcciones, vistas que disfrutamos todos un rato dado el buen día que seguía haciendo.

Torreón en este alto.


Vistas hacia la desembocadura del Rio Bidasoa.





Tenía que inmortalizarme en este alto.


Imagen al Oeste del Alto de Jaizkibel.

Abandonamos entonces este alto para descender con el coche hasta la zona de Pasajes, concretamente a uno de sus barrios, Pasajes de San Juan.

Enlace de esta población.


Llegados a esta localidad y en vez de aparcar, intentamos avanzar con el vehículo por las callejuelas de este barrio de Pasajes, pasando el coche a escasos cm de los muros (con algún rasponazo de por medio y evitando a la gente que había accedido caminando a este barrio) hasta llegar a un lugar en la que dimos por imposible continuar con el coche, así que visto el tramo de calle que se nos presentaba por delante, decidimos dar la vuelta en una zona en la sí que era factible dar el giro con el vehículo (a esto se añadía algún obstáculo bípedo que le costó facilitar dicha maniobra).

Tras dar la vuelta, el siguiente obstáculo era volver sobre “nuestros pasos” y rezando porque el coche no rozara las paredes y también porque algún vehículo no se intentara cruzar al llevar el trayecto de ida cuando nosotros llevábamos el de vuelta.

Mientras el conductor, “aparentemente tranquilo en la conducción”, aguantaba en su nuca un cierto nerviosismo que le iba cayendo de los asientos traseros durante los cerca de 300 m que duro el trayecto por este tramo en el pueblo.

Salimos entonces a zona más abierta y ahí, sí se puede decir, que respiramos todos, empezando a surgir un cierto cachondeo con la anécdota de por dónde nos habíamos metido y con las disculpas que podríamos dar a familiares, amigos y compañeros del curro sobre si nos perdíamos la cena de este día a causa de quedar atrapados con el coche en las calles de Pasajes.

Imagen desde el satélite de la zona por la que nos metimos (línea roja).


Pasada la que creíamos que iba a ser la anécdota principal del viaje (al día siguiente aparecería otra todavía aún más grave…), regresamos a San Sebastían (estábamos ya a escasos km de la ciudad) para ir hasta el hotel a descansar algo y a que las chicas les diera el tiempo suficiente para prepararse para la cena.

Llegaríamos sobre algo más de las 18h y en mi caso y tras estar unos minutos en la habitación y como era muy pronto para estar encerrado entre cuatro paredes, decidí salir de nuevo para ir caminando hasta la zona de la Playa de Ondarreta con el objetivo de sacar unas fotos a un monumento muy conocido de la ciudad, “El Peine del Viento” de Eduardo Chillida.

Visita que no se me logró porque la zona estaba cerrada al público por encontrarse en obras, así que me tuve que conformar con sacar alguna que otra foto de la playa con su entorno (no me dio apenas tiempo a sacar fotos de una cierta calidad ya que estaba oscureciendo como se puede ver en las siguientes imágenes).











Tras este pequeño paseo regresaría de nuevo al hotel para descansar algo y prepararme para el gran objetivo del viaje y en mi caso, uno de los grandes privilegios gastronómicos en la vida que uno tendrá, cenar en el ARZAK, pero ésto quedará para el relato de la segunda parte de este día o mejor dicho, ya de la noche.

En resumen, buen día en una zona que tenía ganas de conocer, ésta del País Vasco Francés y con visita que habrá que repetir a muchos de los pueblos de este día para verlos con más tranquilidad (en este día no había mucho tiempo para visitarlos más detenidamente….).

Ahora, lo dicho…


¡A prepararse, que hoy cenamos en el ARZAK!...

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