2º DÍA. BADAJOZ – LAGOS
(PORTUGAL).
Día: 07-09-2014.
Comentario:
Segundo día de vacaciones y
tras desayunar en una terraza en Badajoz a base de café, zumo y tostadas con
jamón y tomate, salimos rumbo a Portugal en torno a las 11h.
En un principio iba a
ir por las autopistas de Portugal hasta la población base de las vacaciones,
Lagos, pero ante toda la información que tenía sobre lo complicado que era
transitar por algunas autopistas de peaje en Portugal, decidí ir en ruta por
España, así que confiando en el TomTom me dejé guiar por el mismo a la hora de
conducir, para intentar alcanzar la zona de el Algarve.
Al poco de salir de
Badajoz, el itinerario por el que iba guiando el aparatito guía pasaba por el
pueblo de Olivenza (municipio de 12.000 habitantes) y ante la visión de un
castillo que tenía muy buena pinta para visitar, hubo que parar para visitar el
mismo.
Olivenza es una
población de Badajoz que fue fundada por los templarios a mediados del siglo
XIII por la labor repobladora que realizaban en aquellos tiempos, siendo
portuguesa hasta el s. XIX hasta que finalmente fue conquistada por el ejército
franco-español (a raíz del Tratado de San Ildefonso hubo uno alianza militar
entre españoles y franceses) durante la “Guerra de las Naranjas” y anexionada
el 06 de Junio de 1801 mediante el Tratado de Badajoz.
Tras aparcar cerca del
castillo pusimos rumbo al mismo para ir apareciendo éste de forma cada vez más
clara a medida que me iba acercando y rodeando su muralla.
Nos internamos por una
de las entradas de la misma para dar con una plaza presidida por la iglesia de
Santa María Magdalena, la cual no visitamos al final por que hubiéramos perdido
bastante tiempo, estando considerada dicha iglesia como una obra maestra del
Manuelino portugués.
Dicha iglesia es de la
primera mitad del siglo XVI y fue mandada construir para servir como digno
templo del lugar de residencia de Ceuta ya que al parecer a partir de 1512 los
obispos de Ceuta residieron en Olivenza y como nota anecdótica decir que para
su construcción se lanzó un nuevo impuesto llamado “Renta de la Imposición”,
que gravaba la venga de pescado, carne y aceite.
Foto de la iglesia con
parte de la plaza.
Pues en la plaza se
encontraba la entrada al castillo, así que para allá nos fuimos, pagando un
total de 4 euros por los dos por visitar dicho recinto.
El castillo fue
levantado por la Orden del Temple, a la que Alfonso IX había cedido la
población como pago por su ayuda en la conquista de la taifa de Badajoz.
Cuando pasó a manos
portuguesas lo amurallaron (1298) y levantaron la “Torre del Homenaje” (1488)
que resultó ser la más alta de Portugal, recuperando España su propiedad en
1801.
Lo más llamativo nada
más entrar era la alta torre del homenaje que mide unos 40 metros de altura y
18 metros de lado con tres pisos.
Dicha Torre del
Homenaje.
En el patio del
castillo se encontraban diversos artilugios como este carro que me llamó la
atención.
Entramos entonces en la
torre, donde en la planta baja, había una exposición sobre el meteorito de
Olivenza, ya que en esta población el 19 de Junio de 1924 había caído en una
finca un meteorito de 100 kilos.
Uno de los fragmentos
que todavía se conservan del meteorito.
Tras ver algunos
minutos la exposición, procedimos a subir con eternas vueltas por el
pronunciado pasillo que nos daría acceso a lo más alto de la torre.
Imagen del pasillo.
Salimos por fin al
exterior, pero lo malo en esos momentos era que estaba lloviznando, así que más
o menos pudimos “en parte” disfrutar de las vistas que nos ofrecía el punto más
elevado de la torre.
Terraza de la torre.
Un par de vistas desde
este punto en el que nos encontrábamos.
Descendimos de la torre
para encaramarnos a la muralla y así poder ir a un par de torreones que se
encontraban a lo largo de dicha muralla.
Nada más descender un
par de vistas del pueblo.
Una con la plazoleta
por la que había entrado al castillo.
Otra con alguna vista
del pueblo desde esta parte con las blancas casas características de Olivenza.
Subimos a una torre en
la que más que subir peldaños lo que hicimos fue prácticamente trepar (nunca
entenderé porque hace siglos hacían unos escalones con tanta altura si al
parecer la talla media en la Edad Media era bastante inferior a la actual).
Desde unos de los
torreones, vista de la torre en la que habíamos estado momentos antes, la Torre
del Homenaje.
Bajamos de la torre con
cuidado de no tropezar y caernos ya que una caída en los escalones mencionados
anteriormente hubiera supuesta casi una muerte segura, y proseguimos con la
visita en busca del torreón vecino a este último.
Poco a poco íbamos
rodeando por la alta muralla el castillo hasta que dimos con este otro torreón
desde el que contemplamos otras vistas diferentes a las anteriores con la zona
donde había aparcado el coche.
Otra vez descenso hasta
la muralla misma y desde la que contemplamos la iglesia (en su parte trasera)
que nos había recibido al entrar en el recinto amurallado de Olivenza.
Como no queríamos
perder más tiempo salimos al exterior del castillo y de las murallas con un
último vistazo a las mismas y a la torre según íbamos hacia el coche.
Me hubiera gustado
estar más tiempo en Olivenza ya que es un pueblo que merece estar algunas horas
en el mismo visitando tanto sus monumentos (iglesia por ejplo) como callejeando
por el mismo, pero para otra vez dejaré estas intenciones ya que en este día no
había mucho tiempo para perderme por Olivenza por las horas de ruta que nos
quedaba hasta Lagos.
De nuevo en el coche y
poniendo rumbo a Portugal.
Mi intención era entrar
por Huelva, así que tras señalar al “guía” del viaje dicha intención, el mismo
nos fue guiando a través de carreteras perdidas por la provincia de Badajoz,
incluso alguna que otra de Portugal para meternos de nuevo en la provincia de
Huelva con el objetivo de pillar la Autopista del Algarve desde la zona de Ayamonte
en Huelva.
Estando en
Huelva nos cayó un chaparrón que nos obligó a parar el coche en la cuneta,
alucinando aquí el menda ya que uno de los objetivos del viaje era ver el sol y
evitar el tema lluvia y resulta que en un lugar donde llueve poquísimo, resulta
que estábamos inmersos y debajo de un buen aguacero en medio de la nada.
Foto desde el coche de
la tromba de agua que nos estaba cayendo.
Como digo y tras pasar a Portugal,
regresamos de nuevo a España y al poco entramos ya en la provincia de Huelva,
decidiendo sobre la marcha parar en Ayamonte para descansar y comer algo.
Tras aparcar sin
problemas, localizamos en una calle peatonal un local para comer al que le
daban muy buenas críticas el Tripadvisor (estaba el número 1 en los
restaurantes que aconsejaba dicha guía), así que nos sentamos para pedir
algunas tapas para comer ya que ya eran horas.
Dicho restaurante tenía
el nombre de “Puerta Ancha” y las tapas que pedimos ese día fueron gazpacho de
melón y pinchos de langostinos por una parte y luego unos nachos con
ensaladilla.
Me pareció muy bueno
este local en cuanto a relación calidad-precio, cobrándonos por la comida y
unas cervezas unos 25 euros.
Tras la comida, fuimos
a dar una vuelta por Ayamonte antes de tirar ya para la zona de El Algarve.
Lo primero que pudimos
ver fue el Ayuntamiento y su plaza.
Detalle de una de las
calles por la que iba transitando.
Fuimos callejeando
hasta dar con la zona del puerto de Ayamonte.
Regresamos caminando
por la zona de la desembocadura del río Guadiana y con vistas a lo lejos del
puente que separa España y Portugal y por el que tendríamos que cruzar para
llegar al país vecino.
Antes de pillar el
coche nos acercamos a ver una iglesia que me había llamado la atención al
llegar a Ayamonte y que al final descubrí que recibía el nombre de Parroquia de
Nuestra Señora de las Angustias, habiendo sido construida en el s. XVI.
Tras esta visita a
Ayamonte, reanudamos la marcha con el coche para cruzar el puente sobre el
Guadiana y pasar a Portugal, teniendo que parar nada más cruzarlo a meter la
tarjeta en un dispositivo electrónico para que me cobraran durante los días que
iba a estar por esta zona sur de Portugal los diferentes peajes de la Autopista
A-22 a la hora de conocer las diferentes playas y localidades de la zona, así
como retrasar una hora los relojes.
Tras el dispositivo
electrónico ya pillamos toda la autopista, la cual no tenía mucho tráfico,
hasta el lugar de Lagos donde habíamos reservado para pasar esos días, el Club
Marina Park Lagos.
Enlace de lo que sería
la residencia durante unos días.
Tras pasar por recepción
para pillar las llaves del apartamento, el cual incluso tenía garaje incluido
para el coche, descansamos algo y enseguida fuimos a conocer Lagos, localidad
donde estaba situado el complejo de apartamentos en el cual estaríamos esos
días.
Tras dar una vuelta por
la localidad que más que de “ciudad pequeña” tenía un ambiente más de pueblo
turístico, desistimos de cenar en las calles más céntricas ya que los locales
estaban muy llenos (incluso preguntamos en uno en el que cenaríamos algunos
días después y nos fue imposible) y nos fuimos a un pequeño complejo de bares y
restaurantes donde entramos en un pizzahut (26 euros) a cenar algo.
Acto seguido y cuando
eran las 22h30 estábamos ya entrando en el apartamento para descansar hasta el
día siguiente.
Como apunte final decir
que este día se hizo con el coche 388 Km y nos llovió en sitios que nunca nos
hubiéramos imaginado como en la provincia de Huelva y la autopista
camino a Lagos.
¡Mal empezaban las
vacaciones en el aspecto climatológico…!.
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