Día: 30-08-2014.
Lugar: Pueblos
pintorescos de la provincia de Burgos.
Comentario:
Empiezo con este viaje
una sección denominada “viajes” y en las que iré relatando algunas rutas de uno
o varios días de duración y en la que iré señalando las diferentes impresiones
y experiencias que tendré a lo largo de dichas excursiones, así que con este
primer viaje a tierras burgalesas empiezo la sección.
Tenía muchísimas ganas
de conocer sobre todo el pueblo de Frías (Burgos) del que tengo que reconocer
que nunca había oído ninguna referencia sobre el mismo hasta hace unos meses cuando
a través del Facebook me dio por entrar en una página con los pueblos más
pintorescos de España.
Semanas después
descubriría también por casualidad otro pueblo llamado Orbaneja del Castillo y
famoso porque de sus inmediaciones, parte de una cueva llamada Cueva del Agua,
un arroyo que atraviesa dicha población para después caer en guapas cascadas
hacia el Ebro.
Mirando en el mapa por
dónde quedaban y viendo que era posible acercarme en el día hasta ellos y
volver a casa a dormir, decidí en este día no retrasar más mi excursión e ir a
pasar el día por dichas poblaciones.
A este par de pueblos
se añadiría uno que descubrí por casualidad en esta fecha, Tobera, pueblo
cercano a Frías y en la que había varias cascadas espectaculares que atravesaban el pueblo.
Así que este sábado a
las 07h 45 estaba ya poniéndome en ruta y rumbo hasta el pueblo objetivo
principal de mi viaje del día, Frías.
En mi viaje hasta
Torrelavega pararía en la localidad de Unquera a desayunar como suele ser
habitual cada vez que me acerco por dicha zona.
Durante el día iría
guiado en todo momento por el Tom-Tom, aunque sí que es verdad que en algún
momento pasé de sus indicaciones, como por ejplo en Torrelavega ya que el
aparato en cuestión me indicaba que tirara por el Pto del Escudo para salir de
Cantabria, tirando el menda por la autopista hasta Reinosa para luego pillar toda
la carretera que va al lado del mar de Castilla, el embalse del Ebro en la zona
de Reinosa.
Yendo por un lado o por
el otro iría a salir al mismo punto, aunque para el menda iba a ser mucho más
cómodo para el volante, conducir por la vía rápida de salida a la meseta.
De ahí el Tom-Tom me
llevaría hasta Medina de Pomar y luego ya hasta Frías, aunque para llegar
finalmente hasta dicha población acortaría para que no me pillaran, “a todo
gas” por una carreterina de unos 3 Km que me indicó el aparato guía del coche
ya que en un cartel en su inicio indicaba que estaba prohibido el tránsito de
vehículos que no fueran agrícolas ya que dicha carretera atravesaba unos campos
de girasoles, la verdad muy chulos.
Tras 3h 30 de ruta,
llegué finalmente al pueblo de Frías, aunque hay que decir que dicha población
está catalogada como la ciudad más pequeña de España, ya que en 1435 el rey
Juan II le concedió el título de ciudad.
Vista de pájaro de
Frías.
La ciudad está situada
en un peñasco llamada La Muela y fue un importante enclave de transportes de
mercancías y lo más destacado que tiene la misma y que se ve desde la distancia es
el Castillo y la Iglesia de San Vicente que presiden en los dos puntos
opuestos, el peñasco donde está situada la población.
Lo primero que me
encontré al llegar a sus inmediaciones fue el Puente Medieval de Frías, paso
obligado que tuvieron que construir en sus tiempos para salvar el río Ebro.
Dicho puente tiene unos
143 m de largo y 3,45 de ancho, constando de 9 arcos.
El día estaba bastante
gris, desluciendo un poco la vista del puente, pero la verdad estaba impecable
y muy cuidado.
Un par de fotos de
dicho puente.
Su origen fue de
construcción romana aunque fue reconstruido varias veces en la Edad Media y
pasaba por él, la calzada romana, que era una vía de comunicación muy
importante entre la Meseta y la Costa Cantábrica.
Vista de una de las
entradas del puente y al fondo el peñasco de La Muela con los dos monumentos
insignes de Frías.
Me aleje algún centenar
de metros por el paseo del río Ebro para sacar alguna foto diferente del
puente.
Volví entonces sobre
mis pasos, con el objetivo de cruzar como lo debían hacer nuestros
antepasados siglos atrás y pasando por la torre de planta pentagonal en su
parte central.
Foto de la torre.
Normalmente la
existencia de estas torres en los puentes se debía a que en las mismas se
controlaba el paso de las personas en los momentos de guerra o de peligro, así
como también se utilizaban como lugar donde se cobraba el peaje o pontazgo,
impuesto sobre el paso de personas y sobre el comercio de mercancías.
Como la visita a dicho
lugar me estaba gustando, bajé hasta el nivel del Ebro para sacar alguna que
otra foto diferente del puente, desde el nivel de las aguas del río más
caudaloso de España, como esta foto que sigue.
Tras oír alguna que
otra queja por parte de la mujer por el tiempo que estábamos empleando para ver
“un puente”, puse rumbo ya hasta la misma ciudad de Frías, aparcando cerca de
la subida a la zona alta de la ciudad, en un aparcamiento gratis que me llamó
la atención por eso precisamente, por ser “gratis” en un lugar tan turístico.
Empezamos a subir por
la que debía ser la principal calle empedrada de la ciudad y con rumbo a la
zona alta del peñón y viendo ya desde el principio el castillo que asomaba por
encima de las casas cimeras de la ciudad, dándome la impresión por momentos que
el castillo se iba a desmoronar sobre las cabezas de los visitantes.
Subiendo por la calle
principal empedrada y bastante empinada del pueblo, la cual tenía varias
terrazas en su trayecto ya que en la misma estaban situados varios
restaurantes, calle en la que alguna hora después comería en alguna de sus
terrazas.
Vista hacia atrás de la
calle según iba subiendo.
La calle me iba a
llevar ya a la parte alta y abierta de la ciudad.
Lo primero que iba a
llamar mi atención iba a ser uno de los dos monumentos claves de la ciudad, la
Iglesia de San Vicente.
Pero antes de ver los
dos monumentos significativos, me iba acercar ante la explanada, denominada,
Parque Alfonso VIII donde tenía lugar el XXX Concurso exposición hortícola artesanal.
Foto de la explanada y
de los puestos de la feria.
Estaban chulos los
puestos, como éste de artesanía donde construían maquetas de monumentos hechas
con pequeñas piedras.
En el mismo había
puestos de comida, como suele ser habitual en todas las ferias, o por lo menos
en las ferias del Norte, llamándome entonces la atención un puesto donde
elaboraban unos bizcochos y tartas que ya alimentaban con solo verlos.
Entre los diferentes
puestos había algún otro que destacaría como éste en el que estaban dos pares
de girasoles con sus pipas, aparte de diversas frutas que tenía un aspecto como
el que no suelo ver habitualmente cuando voy a comprar.
La mujer compró tres
cocadas y tres rosquillas de anís por 4,50 euros en el puesto de los dulces ya
que había tomado alguna que otra muestra de las rosquillas y le había gustado.
En cambio, yo, nada más
que vi un puesto de embutidos y que daban degustación de los mismos, para allá
me fui a probar chorizo dulce y picante, aunque este día no me animaría
finalmente a comprar nada.
En el tiempo que estuve
por la feria, me alcé a los restos de la muralla que protegía la ciudad en el
siglo XIII, situada entre el castillo y la iglesia y la cual contaba con tres
puertas de acceso.
Después de la visita a
la feria, me dirigí hacia la zona donde estaba situada la Iglesia de San
Vicente.
Primera vista según iba
caminando de dicha iglesia.
La iglesia fue
construida en el siglo XIII y tuvo una evidente función defensiva asociada al
castillo, hundiéndose la torre y parte del templo en 1906.
La nueva torre se iba a
levantar tras la venta del pórtico románico al Museo de los Claustros de Nueva
York (como siempre los ingleses o los americanos se fueron a lo largo de los
años adueñando de mayoría de las obras de arte de la historia), sirviendo dicho
dinero para levantar una nueva torre y reformar la iglesia.
Vista frontal de la
iglesia.
Una pena que la iglesia
estuviera cerrada ya que me hubiera gustado entrar ya que por lo que he visto en
algunas fotos de su interior, la misma es bastante chula y contiene guapos
retablos (me quedan pendientes conocerlos para una próxima visita).
Me desvié por unos
momentos a un lateral de la iglesia para sacar otro par de imágenes de la misma.
Desde dicha zona de la
ciudad, me asomé a las caídas que tiene la misma por esta vertiente pudiendo
entonces apreciar parte de las casas escalonadas en este lado de la población,
desde una zona a la que se conoce como el Mirador de las Casas Colgadas.
Di por concluida la
visita a esta zona de la ciudad, poniendo rumbo entonces a la otra parte de la
ciudad, situada a escasos cinco minutos.
En el trayecto me gustó
la balconada de este casa, así que creo merece estar en el resumen del día.
Otra escultura por así
llamarla fue ésta en el que se jugaba con la caída del agua a través de
diferentes tejas.
Llegué entonces a la
zona del castillo, parando entonces a comprar la entrada (1,50 euros) para ver
la construcción más importante de la ciudad, considerada dicha obra como uno de
los castillos roqueros más espectaculares de Castilla.
Frente del castillo.
El castillo está
situado en el extremo occidental del peñasco que alberga a la ciudad, siendo el
castillo actual una mezcla de construcciones de los siglos XII, XIII, XV y XVI,
aunque la primera mención de esta fortaleza data del año 867, siendo su origen
por el papel que hacía dicha fortaleza en la lucha contra los musulmanes.
El acceso lo realicé
tras cruzar un puente levadizo que salvaba un foso excavado en la roca,
llegando entonces a una especie de antepuerta, de clara función defensiva por
lo estrecho del pasillo para llegar a la verdadera entrada del castillo.
Lo primero nada más
entrar al castillo y que llama la atención a todo el que se atreve a internarse
en él, es la Torre del Homenaje, elevándose ésta de forma independiente al
resto del castillo.
Imagen de la torre.
Se podía subir a las
partes superiores del castillo por escaleras con altos peldaños, cosa que hice,
pudiéndose apreciar una primera vista de la calle encajonada entre las casas
por la que había subido al principio de la visita a Frías.
Nunca entenderé el
porqué, si se supone que los habitantes de aquellos siglos tenían una altura
bastante menor a la que tenemos ahora,
hacían los peldaños con tanta altura (hay que esforzarse y tener mucho
cuidado a la hora de bajar y de subirlos, por la altura que menciono con el
consiguiente riesgo de matarse si uno tropieza y cae por ellos).
Una cosa que me iba a
gustar de la visita al castillo fue que la zona de las escaleras y de las
travesías por la zona amurallada del mismo estaba protegida por vallas para
evitar caerse (hecho que no sucede en todos los castillos a la hora de
visitarlos).
Me dirigí entonces a
subir hasta la torre principal del castillo o lo que es lo mismo, la Torre del
Homenaje.
Tras superar uno a uno
el buen desnivel que tenía cada escalón, alcancé su parte superior, pudiendo
entonces apreciar vistas espectaculares y a nivel de pájaro, de parte de las
viviendas anexas al castillo con la calle principal de la ciudad.
Uno también tiene
derecho a salir retratado en alguna foto como si fuera el “señorito” del
castillo.
Vista aérea del patio
del castillo, habiendo en dicho patio apiladas un buen número de sillas por lo
que deduje que deben hacer actividades al aire libre en dicho patio.
Bajamos con cuidado
para continuar dando la vuelta al castillo por la zona de su muralla hasta dar
con otra de las torres del mismo.
Para ascender hasta la
parte superior de esta nueva torre era inevitable tener que subir por estos
peldaños.
Desde esta segunda
torre del día se podía apreciar muy bien el estrello callejón de entrada al
castillo y en el que podían acorralar a las tropas invasoras cuando eran
atacados.
De nuevo tocaba
descenso, encaminándome entonces a la que se denomina como Torre del Reloj ya
que sobre los siglos XVI o XVII se ubicó en dicha torre un reloj con campaña
para el servicio de los ciudadanos.
Actualmente el reloj
que se muestra en su interior corresponde al siglo XVII y el servicio que se
sigue prestando se realiza con un reloj eléctrico.
No pude subir en este
caso a la parte superior de dicha torre, aunque para compensar esto que digo,
en su interior había una maqueta mostrando como había sido el castillo.
Desde esta parte del
castillo se podía ver en el extremo opuesto del castillo, la Torre del
Homenaje.
Di acabada la visita al
castillo, castillo que me gustó al encontrarse dicho castillo en muy buen
estado.
Puse entonces rumbo a
la zona donde había visto algunas terrazas en la subida, con la intención de
tomar algo ya que la sed ya iba apretando y mientras bajaba por la calle se
agradecían las vistas del castillo asomando por encima.
Había buscado en la
página de Tripadvisor dónde comer, señalando dicha página el Bar-Restaurante
Ortiz como la mejor opción para comer, así que ante la gran cantidad de gente
que poblaba la calle, pude pillar mesa fuera para tomar una caña.
En un principio no
íbamos a comer ya que estaba todo el comedor lleno y hasta las 16h no tendrían
mesa libre, pero mandé a la mujer preguntar de nuevo y resulta que una camarera
le dijo lo que ya sabíamos de que no tenían sitio, comentándole también a la
mujer que si pillaba en la terraza, nos servía la comida fuera.
Como ya estábamos
sentados, no tuvimos mucho problema para comer en la terraza, comiendo al final
el menú que tenían señalado en la puerta, comiendo en mi caso de primero,
fabinas con morcilla y chorizo y de segundo, lechazo asado.
De postre tomaría tarta de yogur y con agua y vino nos cobraron 18 Euros por cabeza.
De postre tomaría tarta de yogur y con agua y vino nos cobraron 18 Euros por cabeza.
Me gustó la comida y el
lugar, aconsejando a cualquiera que me pudiera preguntar, dicho lugar por mi
experiencia en este día.
De segundo plato, el
lechazo asado. No estaba mal, pero no me dio más.
Se me venía a la mente el lechazo que había probado en Arévalo (Ávila), ¡Quién lo pillara!.
Se me venía a la mente el lechazo que había probado en Arévalo (Ávila), ¡Quién lo pillara!.
El postre estaba rico,
aunque de saberlo hubiera pedido mejor una ración de tarta de cuajada en vez de
la tarta de yogur.
Cobraron por todo 36
euros por los dos, quedando muy satisfecho por el trato recibido por la chica
que nos atendió, así como del lugar donde comimos.
Abandoné el lugar
echando un último vistazo hacia la Torre del Homenaje que me despedía desde las
alturas, yendo en un principio hacia una de las calles que bajaban hacia la
parte inferior de la ciudad.
Finalmente renunciamos
a bajar por dicha calle ya que todos los metros que perdiéramos de desnivel,
luego los tendríamos que recuperar, así que la opción que escogimos fue ir a
por el coche para intentar ver el pueblo y las casas colgadas desde la
vertiente opuesta por la que habíamos subido.
Si la primera parte del
día, el cielo se presentó con mucha nubosidad, incluso con algo de lluvia, ahora el día había abierto, cosa que se agradecía, así que a partir de ahora
iba a quedar una tarde veraniega en lo que al cielo se refiere.
Así que pillé el coche
e intenté acceder a un monte con una antena que se encontraba enfrente de Frias
para obtener buenas vistas de la ciudad, pero ante la imposibilidad de subir a
dicho monte ya que no se veía carretera y en su lugar se podía apreciar una
pista en muy malas condiciones para el coche, decidí continuar por la carretera
algún centenar de metros para ver si veía una subida asfaltada a dicho monte.
En el trayecto por la
carretera de repente vi un letrero indicando “Tobera y cascadas”, así que
cuando me di cuenta ya estaba en este pueblo y aparcando al lado mismo de un
par de ermitas y de un puente.
A la ermita que está en
la parte superior se la conoce con el nombre de Santa María de la Hoz, siendo
esta ermita del s. XIII.
Y la de la parte
inferior es conocida como la Ermita del Cristo de los Remedios.
De este punto partía
una senda conocida como El Paseo del Molinar, paseo que realizamos para ver las
diferentes cascadas que el río Molinar hacía en su paso por el pueblo.
En algún momento
practiqué con los efectos que me permitía la cámara para sacar el agua de
diferentes maneras.
Tras un km de recorrido
el paseo se daba por finalizado para realizar una breve visita a las dos
ermitas presentes en la zona.
Tras la breve visita a
dichas ermitas, puse rumbo de nuevo a Frías para sacar las fotos que había
querido sacar después de la comida.
Di por finalizada la
visita a Frías, que la verdad me pareció una ciudad que hace mención a su fama.
Puse rumbo a conocer
otra localidad peculiar con cascadas, en este caso, Orbaneja del Castillo,
pueblo perdido de la provincia de Burgos.
Para llegar a dicha
localidad, el Tom Tom nos fue guiando a través de carreteras secundarias hasta
dar con una carretera nacional en la que se me volvió loco, así que los últimos
km tuve que pasar de sus indicaciones y guiarme más por la intuición que por
otra cosa.
Pero antes de llegar al
último pueblo de la jornada saqué esta foto de las peculiaridades del relieve
en esta parte de la provincia y las cuales espero conocer más pronto que tarde.
Llegué finalmente al
pueblo, caracterizado por su paisaje kárstico modelado por el agua.
Hay una cueva en la parte superior del pueblo de la que parte un arroyo que atraviesa la población para después caer en cascada hacia el Ebro que pasa al lado.
Hay una cueva en la parte superior del pueblo de la que parte un arroyo que atraviesa la población para después caer en cascada hacia el Ebro que pasa al lado.
La primera imagen nada
más acercarse al pueblo es la de la cascada que por la época que es, bajaba con
poco agua.
Ésta sería la bajada
del agua desde el pueblo hasta su unión con el río Ebro, río que pasa cerca del
pueblo.
De esta poza el agua se
iba a ir precipitando poco a poco hasta dar con la entrada al puente de la
carretera.
El agua tras pasar por
debajo de la carretera caía en un par de pozas ideales para pegarse un chapuzón
(aunque fría tenía que estar de…).
Había una especie de
sendero en el bosque para ir viendo la caída del agua hasta el Ebro, así que
tomé el sendero para seguir la trayectoria del líquido elemento hasta que diera
con el río Ebro.
Estuvimos una hora por
el pueblo de Orbaneja, viendo tanto la cascada como algunas de las casas del
mismo.
En resumen buen día,
pero día en la que me pegué una buena paliza de coche ya que para ver dichos
pueblos hice la friolera de 660 Km…..¡Un palizón…!, llegando a casa a las 22h
45.
Que bonito es frias¡¡¡, con muy bonito puente y castillo. Las cascadas de orbaneja una maravilla tambien. Un palizon de viaje pero si lo pasaste bien con tu mujer por alli fue un tiempo y kms muy bien invertidos, haberlos hecho corriendo,jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho.todo tu viaje.y muy bien explicado..dentro de un mes voy a visitar Orbaneja....y lo que se ponga por el camino..muchas gracias....
ResponderEliminarque crak.....muy bien explicado
ResponderEliminarme ancantan tus fotos y lo bien que te explicas....¡sigue así!
ResponderEliminarMuchas gracias por la información, pronto vamos a visitar Orbaneja.
ResponderEliminarGracias por toda la informacion, gracias a ella me has convencido. Pasado mañana cojo la autocaravana desde Malaga y voy a seguir tus pasos, uno por uno. GRACIAS-
ResponderEliminarMuchas gracias por contarnos tu viaje. Muy bien explicado, con todo lujo de detalles y fotos hasta de la comida (como a mí me gusta). Te haremos caso y mañana a celebrar el cumpleaños de nuestra hija en Frías!!!
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