9º Día. Lagos – El
Rocío – Sevilla.
Día: 14-09-2014.
Comentario:
Día en el que dejábamos
Portugal y nos volvíamos de nuevo a España, así que antes de dejar el
apartamento aproveché para sacar algunas fotos del lugar donde habíamos estado
toda la semana.
Salimos del complejo
residencial a las 09h30 (10h30 hora española) y tras algo más de hora y cuarto,
estábamos ya cruzando el puente sobre el Guadiana y entrando en España, así que
antes de llegar a Sevilla nos dio visitar la aldea del Rocío para ver la famosa
iglesia de dicha localidad.
En dicho lugar tiene la
que quizás sea la romería más multitudinaria que se celebra en España y casi
que me atrevería decir, del mundo (actualmente sobrepasa el millón de personas).
La historia un poco del
lugar dice que la imagen de Nuestra Señora de Las Rocinas, posteriormente
llamada Nuestra Señora de El Rocío, fue hallada en el siglo XIII en el tronco
de un árbol cerca del pueblo de Almonte. Para alojarla se construyó una ermita
al borde de las marismas de Doñana.
Con el paso del tiempo,
la virgen comenzó a ser venerada por los almonteños con una peregrinación, lo
que provocó que alrededor de la ermita se construyera una aldea.
En la devoción por la “Blanca
Paloma” se congregran peregrinos de todas partes de España y del extranjero,
llegando éstos a pie, en carreteras tiradas por bueyes o a caballo y avanzan
acompañando a las Hermandades, que suelen ser un número aproximado a cien.
Al final del camino les
espera este pueblo con sus casonas y sus calles de arena y durante tres días y
tres noches resuenan sevillanas con el sonido de las guitarras y las voces
entonando los típicos cantos.
Tras aparcar en un
lugar totalmente polvoriento a escaso medio km del Rocío me dirigí a la zona de
la iglesia donde se dejaba notar la presencia de la gente por la zona.
Alguna casona próxima a
la iglesia.
Algún monumento
dedicado a los rocieros.
Próximo a la zona de la
iglesia había un campo extenso donde había buen número de ganado “rociero” caballar
pastando.
Y la iglesia en la que
a pesar de ser un domingo corriente de Septiembre, se agolpaba buen número de
devotos y curiosos.
Entramos en la iglesia,
la cual se encontraba bastante abarrotada y en esos momentos estaba teniendo
lugar la misa.
Llamaba la atención en
que por momentos la misa era en parte interrumpida por un coro para realizar
sus cánticos en honor a la virgen.
La virgen de “la Blanca
Paloma”.
Tras la visita a la
iglesia, fuimos a tomar algo al local “de un peculiar dueño” que habíamos visto
en un programa de televisión “Pesadilla en la cocina” del cocinero Chicote, no
pudiendo ver al dueño en cuestión, pero teniendo un buen cachondeo a través de
los wasap con la gente que habíamos dejado en Asturias sobre nuestra visita a
dicho lugar.
El local en cuestión
tiene el nombre de “La Concha” y aunque yo quise pedir algo para acompañar a
las dos cervezas que pedimos, la mujer se negó en rotundo, así que no pude
probar la “excelente” cocina del lugar.
Foto de dicho local.
Después de la visita a
la aldea del Rocío ya pusimos rumbo a Sevilla, llegando al hotel donde habíamos
reservado habitación para la estancia de los días que íbamos a estar en dicha
capital, el Hotel Melía que está pegado a la Pl España.
Muy buena suerte con la
habitación que nos dieron, con vistas como habíamos solicitado a la Plaza
España.
Tras descansar algo en
la habitación salimos poniendo rumbo hacia la zona de la catedral, parando en
una Oficina de Información Turística a recopilar algo de información.
Aparte de dicha
información y compramos un par de billetes para el bus turístico por 18 euros
cada uno, pedimos que nos recomendaran algún sitio para esta primera noche para
cenar algo ya que el hambre apuraba al no haber comido en este día.
Entre varios de los
locales que nos recomendaron, optamos por uno que era frecuentado por la gente
de Sevilla, la Taberna Coloniales, así que para allá nos fuimos para calmar el
hambre que a esas horas ya nos martirizaba un poco.
Por unos 25 euros
comimos en dicho lugar, media ración de queso de cabra, media de papas, media
de Pollo con salsa de almendras y salmorejo más un par de cervezas.
Tras cenar, fuimos
caminando sin rumbo fijo, dando con los puentes que cruzaban el Guadalquivir y
parando a tomar una copa en una de las múltiples terrazas que circundan al río,
poniendo rumbo tras dicha parada al hotel ya que todavía quedaban unos días que
se presentaban en un principio “cansinos” por todo lo que tendríamos que
caminar.
Y en cuanto al recuento
de kilómetros hoy iban a caer 330 Km, punto final para unos días (los
siguientes días el coche iba a descansar que también se lo merecía).
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