7º Día. Lagos – Praia
Da Marinha – Ermita La Virgen de la Roca.
Día 12-09-2014.
Comentario:
Este día iba a ser para
el menda el más espectacular en cuanto a nivel paisajístico, teniendo que
ganarme en algunos momentos algunas de las fotos que se muestran en este día.
Este día no tuvimos que
movernos mucho con el coche, siendo el objetivo del día el poder conocer una de
las playas más peculiares del mundo, al estar la misma situada dentro de una de
las numerosas cuevas de esta parte del litoral del Algarve.
Así que pusimos rumbo a
la playa de Benagil con la intención de pillar una lancha o un pequeño barco
que nos pudiera internar dentro de la cueva que albergaba dicha playa, pero la
verdad entre que había bastante bruma y que el estado del mar no era el
adecuado por estar la mar bastante revuelta, nuestra intención se quedó en eso,
“intención sin más”, ya que según nos dijeron en el puesto donde vendían los
billetes para visitar dicha cueva, ese día no estaban operativos por el estado
del mar y al día siguiente tampoco tenían previsto estar listos.
¡Qué se iba hacer!...La
verdad, veíamos que el estado del mar no era el más idóneo, así que por lo
menos si nos íbamos a una playa cercana, el menda tenía la esperanza de poder
ver la playa desde la apertura superior de la cueva, como así pudo ser al
final, aunque lo suyo me costó.
Puse rumbo entonces a
una playa cercana a esta de Benagil, en concreto a la Praia da Marinha que
tenía muy buena pinta.
Lo malo de estos
momentos de la mañana era que en toda la zona de la costa había bastante bruma,
impidiendo ésta que el sol asomará e iluminara bien toda esta guapa zona de la
costa, así que con la esperanza que abriera el día, dejé a la mujer en esta
playa y me piré por algo más de una hora para poder transitar por la parte
superior del litoral yendo en busca del agujero que permitiría ver la playa a
la cual había querido llegar por mar.
Mi estancia en esta
zona de costa se iba a dividir en dos este día.
La primera, en la que
me perdí por espacio de una hora y sacando fotos de la costa con algo de bruma
y con la marea baja y la segunda parte, después de comer, en la que despejó el
día dejando ver a la perfección todo el tramo de costa que había recorrido en
la primera parte del día.
Como en algunas de mis
incursiones por el litoral, tuve que extremar la precaución a la hora de tomar
las fotos y estas son el resultado de dichas incursiones.
Estado, con la bruma
incluida,en el que se encontraba esta playa en la primera parte del día (foto
sacada a la vuelta de mi primera excursión).
A lo largo de la costa
había numerosos agujeros y oquedades como se ven a continuación.
La costa tomada por la
bruma.
En un tramo descubrí una
gran cueva por la que el mar se internaba en ella y en la que en su parte
superior había una apertura protegida por vallas en la que se veía
continuamente como el mar entraba una y otra vez sin descanso.
Alguna cala aparecía en
mi marcha en busca de la playa situada en la cueva.
Regresé ya que llevaba
un buen rato lejos de la playa a la playa principal del día.
Sabía que me había
quedado a un paso del objetivo, pero tenía la esperanza que después de comer
abriera el día y me permitiera volver en una escapada express a esta zona y me
permitiera descubrir la maravilla de la naturaleza como estaba catalogada este
peculiar playa.
Pero cuando estaba a
punto de pisar la arena, me dirigí hacia la parte Este de la playa, protegida
por acantilados, encaramándome a ellos para poder obtener otras vistas
diferentes a las que había visto alguna hora antes.
Imagen de la playa y la
bruma que no se quitaba.
Mientras me encaramaba
a las rocas, pude descubrir una playa y una pequeñísima cala que por lo que vi
eran inaccesibles desde tierra.
Desde lo más alto de
estos acantilados algunas imágenes de la playa con el chiringuito de la misma
(y la bruma seguía).
Descendí de nuevo hasta
la arena y entonces nos fuimos a dar una vuelta por la playa la mujer y el
menda, sacando entre otras muchas este par de imágenes.
¡Y cómo no!,
¡Chiringuito a la vista!.
La mujer no quiso comer
nada en ese día ya que no se encontraba del todo bien y decía que no tenía
gracia para probar bocado, así que me dirigí a dicho chiringuito a comer algo
como fue una hamburguesa de pollo con una cocacola y después un café que me
supieron a gloria dado el entorno y el apetito que ya tenía.
Tras regresar y estar
un poco en la arena y viendo que al final parecía que el día había despejado,
le dije a la mujer que me volvía a dar el mismo paseo que por la mañana para
poder localizar la cueva ansiada de este día, así que eso fue lo que hice,
marchar para intentar ver la playa “escondida” aunque fuera desde arriba.
Las vistas que me
ofreció el entorno, aunque ya habían sido descubiertas por la mañana, no
dejaban de impresionarme por la belleza que tenían, con la playa y el litoral
con numerosas oquedades a lo largo del mismo.
Algunas imágenes de lo
que me estoy refiriendo.
A veces aparecía la
tierra con un color rojizo, supongo que era producto de cuando dejaban los
desprendimiento al aire libre parte de la superficie.
Más guapas imágenes de
la costa.
Llegué de nuevo a la
altura de las oquedades y de alguna de las cuevas que había visto por la
mañana, viendo como ahora el agua inundaba las mismas.
El mar se encontraba
algo “bravo” en este día, aunque en las fotos parezca todo lo contrario.
¡Quién hubiera podido
estar en el yate en esos momentos!...
Se veía que había
visitas a las oquedades pero no en el tipo de embarcación en la que yo hubiera
visitado la playa de la cueva.
Observé de nuevo la
gran entrada que había descubierto por la mañana y en la que se puede apreciar
en la foto, la apertura por encima de la misma y protegida por vallado para
evitar que alguno se pegara un chapuzón inesperado.
Alcancé de nuevo la
apertura pudiendo ver de nuevo el mar entrando en la cueva.
La misma desde el
vallado y en la que se la espuma del mar al golpear la cueva.
Desde la zona donde se
encontraba el vallado, foto de la zona por la que había estado anteriormente
cuando había estado sacando fotos de esta cueva anterior y en la que se pueden
ver los diferentes agujeros producidos por la acción del mar.
Seguí con la marcha,
evitando entretenerme demasiado ya que quería llegar algo más lejos de lo que
lo había hecho por la mañana, apareciendo de nuevo la cala (solo accesible por
mar) en la que el mar intentaba golpear con fuerza el frente de la misma.
Un par de imágenes de
esta zona.
Proseguí con la marcha
y apareció ante mí la que seguro que era el objetivo que tanto había buscado en
este día, así que rápidamente me fui a por el mismo, pero antes sacaría alguna
foto de una de las salidas de la cueva.
Alcancé entonces el
vallado, vallado que salté, asomándome todo lo que pude pero sin renunciar a la
seguridad (mala suerte sería que la parte superior de la cueva se hubiera
derrumbado estando yo allí con todo el tiempo que había tenido durante todos
estos años, pensaba…), pudiendo ver el arenal metido en la cueva y el mar
entrando e inundando parte de dicho arenal.
En esta foto se pueden
ver las dos entradas de la cueva y en la parte izda se puede intuir como una
lancha a motor estaba saliendo por una de ellas con excursionistas a bordo (se
ve que algunos habían reanudado las excursiones por la cavidad).
Entrada principal de la
cueva y en la que se ve el reflejo de la luz del sol sobre las aguas.
Un par de imágenes con
la cueva y el mar y en la que se puede ver el tamaño del agujero en su parte
superior y la altura sobre el nivel de las aguas.
Di la vuelta por
completo por el interior del vallado, sacando por completo el arenal desde
todas las perspectivas posibles (el arenal sin agua y con agua).
Tamaño completo del
furaco.
Al final resultó una
pequeña excursión “impresionante” por su belleza, así que fui regresando con un
buenísimo ritmo a la playa donde estaba la mujer, alcanzándola de regreso por
la escalinata “con un buen cabreo” ya que el sol según ella ya no pegaba en la
playa, estaba aburrida y preocupada porque no sabía si me había pasado algo
ante mi tardanza.
Era pronto todavía para
regresar al apartamento, así que decidimos entonces ir a conocer la zona de la
ermita de La Virgen de la Roca, situada en una punta rocosa frente el mar.
Se trata de un antiguo
fuerte en cuyo interior se encuentra dicha ermita cuya fecha de construcción se
desconoce.
La leyenda dice que
estuvo relacionada con la aparición de la Virgen, pero lo cierto es que Juan
III mandó edificar el fuerte para defender la playa de los piratas moros.
Imágenes de la ermita.
En la parte Oeste de la
punta rocosa donde está situada esta ermita se encontraba la bonita playa de
Praia Nova.
Y al Este, una playa
que según pudimos ver era la Praia da Sra da Rocha y que estaba algo más masificada que la anterior por tener
varias restaurantes en su entorno.
Dimos por concluida la
visita a dicha zona, así que nos fuimos para el conjunto residencia para
descansar algo y poder salir a cenar, pero la mujer se encontraba mal (llevaba
casi todo el día algo revuelta), así que como tenía hambre, salí una hora a
cenar algo de pasta a una pizzería cercana al apartamento, regresando sin
novedad, concluyendo una extraordinaria jornada en estas tierras.
En cuanto al
kilometraje, en este día me metí tan solo 100 Km.
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