martes, 23 de septiembre de 2014

VACACIONES 2014. (ALGARVE-BADAJOZ-SEVILLA). 3ª DÍA. LAGOS – PARQUE NATURAL DEL SUROESTE ALENTEJANO Y COSTA VICENTINA


3º Día. Lagos – Parque Natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina.

Día: 08-09-2014.

Comentario:
Ya instalados en Lagos, tocaba ya el primer día completo en esta zona de Portugal y el destino que había pensado para este día inicial en el país luso iba a ser la zona del Parque natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina, un litoral que me atraía mucho conocer por las fotos que había visto a través de Internet estando todavía en casa.

Dicho parque natural está considerado como el trecho del litoral europeo mejor conservado, siendo por ello visitado por muchos zoólogos y botánicos procedentes de todas las partes del mundo.
Su paisaje, como luego mostraré, está marcado por los escarpados acantilados que representan el símbolo del Parque, adquiriendo los mismos varios formas y tonalidades producto de la erosión del viento y del mar.
Las playas de este litoral son muy demandadas por los aficionados al surf y un detalle que me gustó de algunas que descubrí es que los accesos no eran todo lo fáciles a los que estoy acostumbrado en mi región.

Así que tras levantarnos a las 08h30 pusimos rumbo para dicha zona, parando en primer lugar en una población llamada Aljezur.

En esta población paramos en la Oficina de Turismo donde aparte de recopilar la información que nos dieron, aprovechamos para comprar un libro-guía (7 euros) de todas las playas de esta zona de Portugal, libro que durante todas las vacaciones utilizamos para localizar las diferentes playas que nos podían parecer atractivas para nuestra visita más un plano de la población (0,50 euros).

Aljezur es una pequeña población de unos 2.700 habitantes, capital de un municipio en el que lo habitan en total 5.300 personas y si durante siglos la agricultura constituyó la principal actividad económica del municipio, siendo asegurada la salida de sus productos por el puerto fluvial de la ribera de Alejzur, más tarde obstruido dicho puerto y posteriormente dicha salida tendría lugar por el camino que venía del norte y que llevaba a Lagos.
En la actualidad se ha contagiado de toda la dinámica social y económica que impera en el Algarve.

Salimos entonces de la Oficina de Turismo donde nos trataron amablemente (sería la tónica en este viaje en toda la zona del Algarve) y antes de dejar esta población, subimos caminando por algunas callejuelas hasta el castillo que coronaba la población y desde donde se podían ver buenas vistas de lo que había sido la zona por la que había estado el puerto fluvial del pueblo hacía muchísimos años.

Dicho castillo fue construido durante el período árabe (siglo X) sobre un monte en el que ya había ocupación humana que se remonta a la Edad del Hierro (entre 800 y 450 a.C).
La misión era asegurar el control del puerto fluvial, puerto obstruido por los sedimentos y que servía de unión con el mar y además como defensa de la población de los posibles ataques enemigos.

Subiendo hacia el castillo por algunas de las callejuelas presididas por algunas de las blancas casas de la zona alta del pueblo.


Entrando en el castillo.


El castillo en sí no tenía nada por dentro ya que estaba todo prácticamente en ruinas (quizás por ésto que digo su acceso era totalmente gratis).
Lo más destacable eran sus vistas, tanto hacia la costa con la ría de Aljezur, así como para el interior.

Rápidamente abandonamos dicho lugar ya que el objetivo del día era conocer las playas de esta parte del litoral y ya habían pasado algunas horas desde que nos habíamos levantando y todavía no habíamos visitado ni una playa.

Puse rumbo a través de una carretera en no muy buenas condiciones que digamos, a conocer la parte Norte de la que dicen que quizás sea la playa más divertida del mundo, aunque yo más que divertida la calificaría de peligrosilla por lo que voy a comentar a continuación.

Dicha playa era la playa de Amoreira, playa situada en la desembocadura de la Ribeira de Aljezur, lugar donde existe un estuario-lagunar muy extenso y bastante chulo y un extenso campo dunar.

Aparcamos en este parte de la playa, alejándome unos centenares de metros para sacar algunas fotos de la playa y de la zona en su parte norte (presidida por las rocas de color oscuro) y de la parte sur (presidida por el arenal en sí).




Vista de la playa con el chiringuito que tiene en su parte norte.


Volviendo al tema de playa “disfrutona” o playa “peligrosilla” decir que la playa al encontrarse en la desembocadura del estuario antes mencionado tiene la peculariedad de cuando sube o baja la marea, la corriente se deja notar bastante adquiriendo velocidades de hasta 5 km/h según se ha comprobado, con lo cual si uno se deja llevar puede ser muy divertido o peligroso dependiendo cual será la dirección que lleve el agua en ese momento, aunque lo que sí que es cierto que la desembocadura está presidida por fuertes corrientes independientemente del estado del mar.

Dejamos la playa y al poco de empezar a conducir, paré por un instante a sacar algunas fotos del río que desemboca en la playa, así como una de toda esta zona del estuario.






El tiempo estaba malo y amenazaba lluvia y con lo todo lo que me habían dicho y había leído en Internet no me estaba sirviendo de nada la información que había recopilado. 
¿Dónde estaba aquella información que esta zona gozaba de un clima mediterráneo con unas 3.000 horas de sol al año?...y ¿Dónde estaba el sol en este día…?, así que con la moral un poco minada en este día seguí con la ruta que me había propuesto para conocer algunas de esas “playas de postal” en este día (claro está que las postales están tomadas siempre con sol y la primera playa había deslucido un poco precisamente por eso, por la falta de sol…).

Tras esta primera visita del día, me dio por irme un poco más hacia el norte a conocer otra playa, la playa de Odeceixe, playa también con desembocadura de un río, el Seixe.

Vista de esta playa.


Aparcamos el coche por encima de las casas que estaban situadas por encima de la playa y fuimos dando un paseo para ir viendo el entorno de la playa.

Algunas casas coloridas del entorno.


Durante nuestro paseo por dicho entorno hicieron acto de presencia un par de policías que iban a caballo y que constantemente estuvieron dando vueltas por el aparcamiento de la playa así como por la zona de las casas.

Vista de dichos policías.


Me asomé a ver el tramo final del río Seixe en su desembocadura en la playa, tramo éste de la desembocadura, el cual resulta peligroso por las corrientes en dicha zona.

Un par de imágenes de este último tramo que he comentado.




Algún vistazo a otra playa de la cual desconozco el nombre y en la cual se ve que alguno se entretuvo mostrando su romanticismo a través de las piedras.


En esta segunda visita tuvimos la mala suerte que al final nos llovió, así que no pudimos ver con comodidad esta zona ya que estuvimos refugiados un rato en el coche pero al ver que no paraba la lluvia, decidimos ir regresando hacia el sur para ganar algo de tiempo ya que quedaban todavía unas cuantas playas por ver en esta parte del litoral.

Regresamos entonces mientras esperábamos para ver si paraba de llover mientras íbamos en el coche, a ver la primera playa que habíamos visto en el día de hoy, la playa de Amoreira, pero ahora desde su parte sur o lo que es lo mismo desde la propia desembocadura del río Aljezur.

Aparcamos el coche y fuimos descendiendo por una pasarela de madera para ver mejor la desembocadura del Aljezur.


Vista a través de dos imágenes, de la playa y de dicha desembocadura.




El día seguía nublado pero parecía que cuanto más nos fuéramos hacia el sur con el coche, el tiempo parecía estar mejor, así que eso fue lo que hicimos (la verdad con tiempo malo o bueno era ésta mi intención desde el inicio).

Durante el trayecto hacia el sur, el menda paraba cada poco el coche para ver los tramos de costa, como en una cala que descubrí con algunos surfistas en sus proximidades.


Yendo por la carretera que en numerosas ocasiones iba pegada a la costa dimos con una playa presidida por un pueblo, la cual recibía el nombre de Praia do Monte Clérigo.

Estábamos pillando en este momento la marea alta, una pena por otra parte, porque en marea baja y desde esta playa y desde alguna otra anterior nos hubiera sido posible ir a conocer algunas otras playas que solo eran accesibles en marea baja.

Foto de esta Praia do Monte Clérigo.


Continuamos entonces con el rumbo previsto y algo más animados ya que el tiempo mejoraba, renunciando a parar a tomar algo donde la población de esta última playa (había algo de ambientillo en alguna de sus terrazas), dando entonces con una tramo de pista de piedras y grava (pegada a la carretera), así que el menda pegó un volantazo para internarme por dicha pista que prácticamente estaba pegada a las caídas hacia el mar.

Me bajé del coche y en solitario me fui durante un cuarto de hora por dicha zona para descubrir al final algunas vistas que me gustaron, aunque sí que es verdad que para obtener las próximas imágenes tuve que andarme con bastante cuidado como se verá en alguna.

Como anécdota o mejor dicho como dato curioso de esta zona del litoral, decir que me pareció un terreno bastante inestable y peligroso de caminar a la hora de aproximarme a las caídas hacia el mar (de hecho en muchas playas hay carteles con avisos de desprendimientos de las altas paredes con decenas de metros de altura que se sitúan por encima de los arenales o pedreros).

Algunas fotos de este tramo de la costa.

En esta primera foto, me llamó la atención una cueva que parecía escondida al lado de un pedrero de varios centenares de metros pegado al lado de unos acantilados de unos 70 – 80 metros de altura por lo menos.


En la segunda imagen, estaba pegado escasamente un metro a la caída hacia el mar (un paso para adelante sin darme cuenta para sacar una mejor foto y zasssssssssssss, ahora mismo no estarían reflejadas las vacaciones en este blog).


Una de las cosas que descubrí del Algarve en este primer viaje es que es un paraíso para la gente que le guste caminar por zonas costeras ya que hay multitud de senderos que van recorriendo y uniendo la mayor parte de las playas con bastantes tramos espectaculares que forman tanto las playas como los acantilados próximos a éstas.

Tercera foto y siguiendo con el paseo en solitario.


En esta cuarta y última foto de esta serie me llamó la atención la rampa que bajaba directamente hacia el mar, rampa que se componía de terreno totalmente muy inestable, con mucho grijo y piedra pequeña que parecía que se iba a descomponer al primer momento que se la pisara.


Volví al coche tras un cuarto de hora. 
Me hubiera gustado estar un buen rato por la zona pero al dejar a la mujer en el coche me sentí obligado a regresar muchísimo primero de lo que hubiera regresado en condiciones normales de haber estado el menda solo.

Continuamos entonces con la marcha, alejándose un poco la carretera de la franja costera hasta que a los pocos km dimos con un pueblo llamado Arrifana y su bajada hacia la playa del mismo nombre.

Había un cartel de prohibido el paso hasta la zona de la playa a no ser que fuéramos residentes, así que por si acaso aparqué el coche en un aparcamiento de tierra donde había algunos coches y con vistas hacia la parte inferior del pueblo con la playa a sus pies.


Continuamos entonces con la carretera que iba dirección a una especie de fortaleza y sin parar descendimos por un tramo de carretera estrecha y con fuerte pendiente a la zona del puerto de esta población de Arrifana.
Puerto pesquero de pequeño tamaño, así que sin posarnos, dimos la vuelta con el objetivo de comer algo en un restaurante que habíamos visto momentos antes y en la que parecía haber bastante gente comiendo.

El restaurante donde comimos en Arrifana tenía el nombre de “O Pescador”, restaurante “tipo familiar” como pudimos comprobar.

Tras esperar un buen rato a que nos atendieran dentro ya que comer fuera nos fue imposible, pedimos un ensalada de pulpo y un par de raciones de bacalao.
Lo malo fue que al paisano se le olvidó pedir a cocina la ensalada y al final cuando se dio cuenta (porque se lo dijimos), ya estaba el bacalao en la mesa, así que renunciamos a probar la ensalada de “polvo” que es como llaman ellos al pulpo.

Foto del bacalao.


La verdad estaba muy bueno y el local estaba chulo con decoración bastante alegre y por momentos “marinera”.

Foto del local y alguna de uno de los cuadros que adornaban el mismo.




Y del menda, claro está….




Nos cobraron por la comida, cervezas y por los cafés, 30 euros, pareciéndonos bastante barato para la calidad de la comida.

Después de la comida, puse rumbo a la zona de la fortaleza por la que había pasado alguna hora antes, parando antes, a sacar alguna foto de la playa con las casas del pueblo situadas en esta parte y con las nubes amenazando en las alturas con volver a cubrir todo, pero de momento hay que decir que estaban aguantando muy bien.

Fotos del pueblo y la playa.






Llegamos entonces de nuevo a la fortaleza del pueblo, construida en el s. XVII.

Foto de la entrada de dicha fortaleza.


Pero antes de entrar en dicho lugar, dejé a la mujer a su libre albedrío en la fortaleza y me dirigí a través de claros senderos que se iban internando a lo largo de la costa en dirección norte para ver los diferentes acantilados y playas formadas por éstos.

Varias imágenes de esta parte de la costa.




Y a medida que iba avanzando una ensenada de piedras de nuevo llamaría mi atención.




Como de haber seguido hubiera perdido mucho tiempo, decidí ir regresando hacia la fortaleza, viendo la misma con sus acantilados.


Me interné en la misma (entrada libre) y por allí estuve algunos minutos disfrutando de sus vistas.

El menda por esos lares.


De nuevo al volante, abandonando esta parte de la costa que sí que me gustó bastante y con rumbo a la siguiente playa, la playa de Vale Figueira.

Una cosa que nos pasó en este viaje fue que a la hora de aproximarnos con el coche a varias playas, resulta que la carretera asfaltada acababa para llevarnos a un tramo de pista de la longitud que fuera en cada caso, para finalizar con un tramo perfectamente asfaltado que nos conduciría al parking de la playa en cuestión.

Un par de fotos según iba bajando a esta playa de Vale Figueira por el valle encajado y con sus laderas pobladas de matorrales.




Decir que en este caso la pista tenía unos 3 k de longitud.

Esta playa se puede decir que me encantó, resultado una de esas playas que uno siempre se ha podido imaginar como de las salvajes por lo solitario de su entorno.

Varias imágenes de la playa “salvaje”.












Tras este descubrimiento, volvimos sobre nuestros pasos para conocer otra playa, la Praia do Amado, playa muy conocida en el ambiente surfero porque es famosa por su oleaje, siendo esta playa lugar donde se celebran campeonatos nacionales e internacionales de surf.

Pero antes de llegar a esta playa y aunque no estaba lloviendo, pudimos ver algún fenómeno atmosférico que nos estaba dando la  bienvenida a esta parte del Algarve.


A la hora que llegamos todavía había algo de ambiente surfero y eso que eran ya casi las 19h. 
Me gustó dicha playa por el ambiente que pude ver, por los chiringuitos ideales para ver la puesta del sol y por tener varios senderos que se iban perdiendo en una y otra dirección y que partían de la misma zona del aparcamiento.

Fotos de esta playa.






Aunque me hubiera gustado ver la puesta de sol desde esta playa, decidí ir a ver la misma hasta el mismo Cabo San Vicente, llegando al mismo cabo un poquito tarde, sobre un cuarto de hora antes que se quitara el sol, estando dicho lugar plagado de los turistas ansiosos por ver dicha puesta.

En Oviedo había comprado trípode para intentar que no me salieran demasiado mal las fotos nocturnas de la puesta del sol y viendo el resultado creo que no me quedaron demasiado mal (era la primera vez que sacaba fotos en estas condiciones).

Pero antes de poner la secuencia de fotos de la puesta del sol, una del menda con la cámara, imagen que sirve un poco para mostrar la tónica durante muchos momentos de las vacaciones.


Secuencia de la puesta del sol.














Prácticamente de noche y con el faro encendido de este cabo.


Regresamos entonces ya para el apartamento y en este día y a pesar que estábamos de turismo, cenamos en el mismo apartamento, consistiendo la cena en un colacao con magdalenas.

Sumábamos más km al viaje y hoy habían caído unos 226 Km que con sus paradas y arrancadas habían cansado el cuerpo del menda un poco que digamos.


2 comentarios:

  1. Genial puesta de sol, geniales fotos y vistas y esas playas deben ser una maravilla para correr descalzo por ellas, pura maravilla, que buen viaje¡¡¡.

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  2. Rafa, te recomiendo esa zona para pasar una semana..Seguro que os iba a gustar y para correr son ideales esas playas. Un abrazo y ya nos veremos...(Espero que corras en Gijón...).

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